(OPINIÓN) Hernán Díaz: Castillo de día,  Castillo de noche. (Foto: Palacio de Gobierno)
(OPINIÓN) Hernán Díaz: Castillo de día, Castillo de noche. (Foto: Palacio de Gobierno)

HERNÁN DÍAZ

Todos sabíamos que no había un equipo preparado para asumir las riendas de un país tambaleante. Sabíamos también que las propuestas de campaña como la Asamblea Constituyente o la segunda reforma agraria iban a ser consideradas, pero requerirían de mucho esfuerzo político para poder ser puestas en marcha.

El presidente Castillo no tiene juego político ni experiencia alguna que le permitan conseguir sus objetivos. Aunque por sus recientes declaraciones, el Castillo de día parece, por lo menos, deslindar de una posible posición dictatorial; el Castillo de noche parece más bien ser visitado por personajes oscuros que le hablan al oído y le articulan historias que vemos luego, a golpe de tuitazo, manifestarse como amenazas y descalabros mentales en la voz de sus más radicales ministros.

Hay en Palacio de Gobierno dos mundos paralelos. Cerrón vive en Castillo, aunque no sabemos aún si Castillo vive también en Cerrón. La presencia insostenible del primer ministro Bellido nos demuestra que Cerrón es un hombre de poder. Un líder político que cuenta con la capacidad de poner en jaque al propio presidente de la República, habiendo armado un gabinete desastroso por donde se le mire, del que hasta hoy Castillo no ha podido desmarcarse. Hay una pugna de poder muy fuerte entre Vladimir Cerrón y el presidente Pedro Castillo. Hasta el momento, la presencia de Bellido demuestra un virtual ganador. Vladimir Cerrón tiene serias cuentas con la justicia y que pareciera serán saldadas dentro de muy poco. A lo mejor el presidente Castillo, el diurno, solo está esperando que el Ministerio Público le allane el camino y pueda finalmente empezar a gobernar. La búsqueda de una reivindicación social y económica del campesinado, dándole una posición con mayores prerrogativas y mejores condiciones en la cadena de valor comercial, no es, en lo absoluto, una posición comunista ni mucho menos extremista. Por el contrario, es una posición muy republicana que busca recalibrar la balanza.

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El gran problema es la forma en que el tridente Cerrón-Bellido-Castillo (en ese orden) quiere llevar a cabo sus reformas.

Castillo nos ha demostrado, en menos de 100 días, no solo la falta de competencias mínimas para el cargo (cosa que sabíamos de antemano), sino que en nada se diferencia de ese ramillete de prontuariados expresidentes que tiene nuestro país. El discurso que convenció a sus pocos votantes, a la luz de los hechos actuales, ha sido solo otro falso discurso lleno de mentiras, demagogia y populismo.

Definitivamente, el tema no pasa por tener gobiernos de derecha o de izquierda. El pensamiento político, mientras sea democrático, siempre podrá ser afinado, corregido y mejorado. El problema no es el mensaje. En el Perú, el problema ha sido y es el mensajero.

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