(Foto: Pexels)
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El Día del Padre fue idea de Sonora Smart Dodd hace 112 años, en homenaje a su papá, que se volvió pamá cuando su esposa falleció al dar a luz a su sexto hijo. Si se estima que en Perú casi 350 mil peruanos murieron por COVID, no sabemos cuántos pamás y mapás hay hoy, pero tienen que ser muchos y creí bueno compartir algunas reflexiones de mi experiencia.

Mi primer reto fue aprender del duelo infantil para acompañar a mis hijos en su proceso. Hoy hay mucha información útil en Internet. Recomiendo la (sepypna.com). Recomendaciones concretas si hay niños menores de seis años: alerte a todos que no le pueden decir cosas como “no estés triste porque tu mamá está feliz en el cielo”. Un niño pequeño cree que el cielo es un lugar como cualquier otro, del que su mamá podría regresar. Deduce que si no regresa es porque no lo quiere lo suficiente, y eso afecta su autoestima en una etapa que impacta el resto de su vida. Si encima resulta que anda feliz en el cielo, el golpe es brutal. Todo niño menor de seis años puede creer que la muerte de alguien querido puede haber sido por su culpa, porque todavía tienen algo de pensamiento mágico. Repítale una y otra vez que nada que hubiera hecho o dejado de hacer podría haber evitado la muerte de su mamá. Yo volví un hábito abrazos, besos, cosquillas, cochineo y hacer el ridículo. Les dije que los quería hasta el aburrimiento, pero advertí que el amor lo tenían garantizado, pero la confianza la ganaban o perdían según sus actos. Me zurré en la recomendación de que debían dormir solos. Mis tres hijos y yo dormimos en mi cama por muchos meses. Me permitió reforzar la sensación de confianza y grupo unido. Establecí el rito de abrazarnos entre los cuatro, que ahora da nombre al chat que mantengo con ellos.

Lo más difícil de ser pamá de niños en duelo es distinguir la pataleta malcriada del duelo encubierto. Hay que entrenar el oído para escuchar la música más que la letra. El sonido y no el contenido indica si necesitamos consolar primero y corregir cuando se calmen o poner el pare desde el inicio.

Un pamá tiene que educar a su entorno, incluso a profesores, sobre duelo infantil. A una profesora, le tuve que enseñar, libro en mano, que los niños procesan el duelo varias veces hasta que son adultos. En cada etapa en que cambia su autopercepción procesan lo que pueden y encapsulan el resto. Mientras más procesen al inicio, mejor. Es una maratón larga, con picos y bajadas, y cada niño corre una ruta distinta, así que uno descansa muy poco y necesita contar con un círculo de personas con las que conversar lo que se vive, y también tener mecanismos de escape que sean positivos.

Mientras siga el tabú idiota de no hablar del duelo, volverse pamá va a ser más difícil de lo que debería. El temor animal a la muerte nos acojuda. Encontrar a otros que conozcan el túnel o lo estén pasando ayuda, lo que en pandemia y con redes sociales debería facilitar formar grupos de apoyo. Como pamá uno tiene también que aprender a chochear sobre sus hijos sin vergüenza alguna. Para ser pamá, no hay mejor ejemplo que las innumerables mapás que sacan a sus hijos adelante. Feliz día.

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