El presidente Pedro Castillo estuvo en Colombia con su homólogo de ese país Iván Duque. (Foto: Presidencial de Colombia)
El presidente Pedro Castillo estuvo en Colombia con su homólogo de ese país Iván Duque. (Foto: Presidencial de Colombia)

No se le ha dado el peso suficiente a que nada menos que el World Economic Forum (WEF) () publique en su reporte de riesgos 2022 que el Perú hoy tiene como riesgos prioritarios (1) el colapso del Estado; (2) un estancamiento económico prolongado; (3) crisis de empleo o sobrevivencia; (4) desigualdad digital; y (5) empate entre daño ambiental por causa humana y proliferación de actividades económicas ilícitas. El WEF dice que estamos hasta las ídem. Y es bien difícil de rebatir que esos riesgos existan (un riesgo es un escenario potencial, no una predicción). El Estado peruano ya era ineficaz antes de todos los nombramientos indefendibles que este gobierno ha acumulado en diferentes sectores. El empleo sostenible depende de la inversión privada y el gobierno no genera confianza. La desigualdad digital es evidente. Las actividades ilícitas se van a desarrollar con nuevo padrón de cocaleros, ampliación de plazos para formalización de minería informal, etc. Por si fuera poco, los problemas en el Ministerio del Interior ponen en riesgo las direcciones de la Policía a cargo de temas cruciales: lavado de activos, investigación de crimen organizado, narcotráfico, terrorismo, etc.

El WEF tiene razón y no se trata de un foro de poca relevancia. Si se quiere cambiar el reporte siguiente, se tiene que mostrar señales convincentes de que se está haciendo algo serio al respecto. En una economía global, hacerse el loco en un foro como el WEF es bien imprudente.

Recientemente el presidente Castillo ha dicho que recién se da cuenta de la dificultad que implica gobernar. Algunos lo toman como buena señal. A mis sesenta, dudo (luego insisto). Las acciones revelan más que los dichos en el caso de cualquier persona, y en los políticos son lo único que cuenta. El presidente devaluó su palabra de maestro a punta de contradecirse él mismo. Hasta un algoritmo de inteligencia artificial, al que no se le podría acusar de carga ideológica, sacaría la misma conclusión después de comprobar un patrón repetitivo de contradicciones. Lo dicho hoy no predice lo que se dirá en el futuro o, peor aún, predice que se contradirá en el futuro.

Para entender qué es lo que el presidente quiere lograr al gobernar, dónde identifica las dificultades y cómo las piensa superar, sus actos son la única pista válida. Y sigue habiendo problemas serios, que corroboran comportamientos anteriores. Las dificultades que él percibe no parecen tener que ver con que debe nombrar mejores cuadros técnicos. Si lo fuera, habría actuado frente a la gran cantidad de personas con cuestionamientos válidos que siguen en sus cargos. Tampoco parece preocuparle la transparencia. Las visitas en Sarratea se dieron después de que Contraloría le aclarara la obligación de despachar en Palacio de Gobierno para garantizar la transparencia. Y ahora hay testimonios que indican que los libros de visitas a Palacio de Gobierno consignan información incompleta o no reflejan la naturaleza real de las reuniones. ¿Qué es lo que él cree que se le está haciendo difícil?

En ese contexto y frente a la amenaza de un riesgo de vacancia, Vladimir Cerrón y César Acuña son quienes más votos protectores le pueden ofrecer. . . Aun si Ómicron nos libera de la pandemia, este 2022 va a ser complicado.

TAGS RELACIONADOS