(Foto: MTPE)
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La crisis política macro, agravada esta semana, va a seguirse deteriorando antes de que haya luz al final del túnel. El Perú ha salido de crisis peores. El día más negro te enfrenta igual con un mañana en que tus opciones son dejarte de pavadas (y otras rimas) y reconstruir con lo que queda después del caos. Siempre se puede caer más, es cierto. Pero también llega un momento en que se vuelve demasiado evidente que la caída es autodestructiva y conviene a todos revertirla. El dilema del prisionero no es eterno, pero es mejor no hacerla larga por las puras. Es una obligación moral decir hasta aquí no más, y ayudar a la gente a ver lo que se le viene: cuáles son opciones y qué hacer para avanzar hacia lo que quiere. En política no tenemos líderes a la altura del reto. No suficientes, por lo menos. Pero saldrán nuevos rostros, y habrá que apostar por la regeneración de la política en el Perú.

Fundamental y lento es ese proceso. Cada semana hay más sobresaltos, la calle ya parece calentarse un poco, pero todavía falta para que las cosas se encaucen hacia un Estado más transparente y eficaz, con autoridades y funcionarios que se sientan obligados a rendir cuentas, porque es una de las responsabilidades principales de su chamba. Si vamos a cambiar babas por mocos, verdes ambas, la infección sigue.

En parte por lo complejo que es explicarle a gente que está íntegra y justificadamente harta de la política peruana, hay que interiorizar dos ideas. La primera es que, si no te interesas, te comen crudo, más evidencia imposible acumular. La sopa de Herodes te la tomas o te la tomas. Hay que hacer el esfuerzo de entender lo esencial sobre reforma política y reforma del Estado, piña. La segunda es que, al menos en los temas no tan complejos, hay que hacer pedagogía en serio de lo que son buenas y malas políticas públicas, haciéndose preguntas relevantes para que el razonamiento se imponga sobre la ideología o los mantras aprendidos como miembros de un grupo en una sociedad tan polarizada y que cuestiona relativamente poco.

. La robotización y automatización reduce tareas manuales repetitivas, y la inteligencia artificial, la chamba operativa a profesionales. Todo eso ya existe y lo sabemos. detecta los plagios y nos corrige el inglés. Hace más de un año ya, ”. Con todos esos riesgos encima, ¿cuántos empleos formales están en riesgo en Perú?, ¿qué hacer para protegerlos?, ¿qué tendríamos que aprender para aprovechar los empleos que se crean?, ¿en serio alguien puede creer que la Agenda 19, por izquierdista que haya sido su formación, va a generar más empleos formales?, ¿cómo lo sustenta? Estamos hablando de chamba y capacidad de sobrevivencia, ya nos lo enseñó la pandemia, el 75% de informalidad es responsable de muchas muertes. ¿No existe la obligación de explicar, punto por punto, cómo se van a enfrentar estos retos y cuál debería ser la legislación?

Esta discusión no es nueva, pero en Perú fingimos demencia. .

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