“La pregunta es cómo lograr que el Estado mejore. Se necesita volver a ganar esperanza y visión de futuro”. (Foto: Minsa)
“La pregunta es cómo lograr que el Estado mejore. Se necesita volver a ganar esperanza y visión de futuro”. (Foto: Minsa)

Arracimarse es verbo reconocido por la RAE y significa ‘unirse en forma de racimo’. Algo aprendí al menos del agua arracimada que el promocionó en un video. Google claramente permite descubrir no solo que no sirve, sino que la explicación sobre la molécula es falsa: las moléculas de agua en su estado líquido están en constante cambio. Ni beneficios ni características del producto tenían asidero real.

El agua arracimada es una estafa, pero al menos no es dañina. Lo que sí es corrosivo y hay clara evidencia de que nos están arrimando y arracimando es una lista sin fin de nombramientos indefendibles. Se está echando ácido a un racimo de ministerios e instituciones públicas. En cada uno, mediante un racimo de funcionarios. Cada uno, con su racimo de cuestionamientos.

A todos estos racimos de nombramientos se responde con un racimo de incoherencias: “cargos en permanente evaluación” (se debe evaluar antes, no después); “todos cometemos errores” (¿tantos y del mismo tipo siempre?); “no teníamos información” (¿cómo la prensa sí la puede tener?). El copamiento del Estado por personal que no cumple requisitos técnicos y no cumple las leyes ya ha generado la renuncia de muchos funcionarios de carrera. Y las renuncias presentadas por los exministros Vásquez y Guillén y el exsecretario Jaico incluyen denuncias graves, que han sido, además, confirmadas por la prensa.

En geometría, cuando cada brote de un racimo engendra un racimo igual y eso sucede de manera infinita, se habla de fractales. El árbol fractal, por ejemplo, se divide en dos eternamente. Los fractales muestran que las matemáticas tienen una conexión con la naturaleza difícil de explicar. La geometría fractal ha permitido investigar varios fenómenos, incluido el cáncer. Y este racimo de ministerios donde se nombran racimos de funcionarios con racimos de cuestionamientos puede ser canceroso para el Estado peruano.

En redes se ha discutido sobre si este copamiento es exclusivo de este gobierno. Solo en la primera administración del APRA recuerdo tantos nombramientos cuestionados, puedo recordar mal. En esa época se creía en la política y parte del descrédito de la democracia en Perú es por un Estado que no funciona. Hoy, que el ciudadano ya no cree en nadie, la pregunta urgente es cómo lograr que el Estado mejore. José Ugaz explicó en “Nuestro turno de comer” cómo en Kenia el gobierno ha sido usado como botín por distintas etnias enemistadas en vez de crear un Estado meritocrático. Recuperarnos de este daño institucional va a costar tiempo y esfuerzo. Hay que evitarlo todo lo que se pueda. Parece utópico, pero hay que enseñar cómo ganaría el ciudadano si adaptáramos de otros países las mejores soluciones de gobierno electrónico, reforma del Estado y del sector salud y educación, así como otras prioridades reales del ciudadano. Se necesita volver a ganar esperanza y visión de futuro. La tecnología, bien diseñada, puede devolverle poder al ciudadano respecto al funcionamiento eficiente y transparente del Estado. La RAE señala que ‘apéguese’ significa ‘encariñarse’ (proviene de ‘apego’). Cachín resumió en una escena genial el dilema que nos frena a los peruanos: nos falta cariño por el otro y nos sobra enyuque y desconfianza.