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[Opinión] Gabriel Ortiz de Zevalllos: Ministro viene de menos
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Una semana marcada por la incertidumbre sobre el gabinete me recordó la desasnada que me pegó Mauricio Novoa, decano de Ciencias Humanas y Educación de la UPC, al comentar en RPP la excepcional homilía del arzobispo de Lima, Carlos Castillo, en el Te Deum de las Fiestas Patrias, de lectura obligada. Ministro viene de ‘menos’, dijo. Se apoderó de mí un impulso irrefrenable de googlear y la fantasía de tatuar la explicación antes de la juramentación del cargo. Ministro viene del latín ‘minister’, vocablo que significa ‘sirviente’. Por eso se usa ‘ministro’ en algunas iglesias y en el sector público: es indesligable de servir. Su raíz, ‘minus’, da origen a palabras como ‘menos’, ‘menor’, ‘mínimo’, ‘minúscula’, etc. Un tatuaje sería ideal; una pulsera explicativa imposible de sacar; o, al menos, un bordado explicativo en el fajín para la juramentación. Es la etimología del cargo.
Una desasnada jala a la otra. ‘Presidente’ también viene del latín e implica sentarse adelante, por ser la máxima autoridad, pero se explica que es para proteger al resto. El protagonismo está asociado a la responsabilidad y compromiso con la toma de decisiones y comportamientos que afectan a todos. ¿Tatuaje en la frente o el cuello, para que no haya espejo ni foto que no lo registre? ‘Congresista’ deriva de ‘juntarse’ y ‘parlamentario’ de ‘hablar’, así que por ahí no hay revelaciones. En todo caso, podría aclararse que es hablar, no gritar.
Ironías aparte, la semana ha estado marcada por varios elementos clave que definirán el cimbreante camino político de los próximos meses. El presidente Castillo derrocha símbolo con poca o nula sustancia, lo que también aplica en su defensa. Ese combo le ha funcionado hasta ahora para que uno de cada cinco peruanos lo apruebe y dos terceras partes lo desaprueben. No sabe salir de ahí, aun si quisiera. La convocatoria a gabinete de ancha base después de no haber respondido ni una pregunta en la Fiscalía parecía una improvisación total. Él sabe que es inviable: ya se quemó una vez con Mariano González. Lo más probable es que el gobierno se siga degradando técnicamente, con excepciones.
La oposición más dura no mide bien cuántas oportunidades de victimización le regala. Las mejores razones para negar el viaje a Colombia las he escuchado de los exministros Nieto y Pérez Tello: no tener gabinete firme es no tener gobierno, punto. Si los congresistas de verdad quisieran vacarlo y temían que se asilara, lo habrían conseguido. Respondería a la justicia luego, como Fujimori y Toledo. Dejar a su familia sola no fue impedimento para Fujimori. La reacción de Keiko Fujimori a esa cobardía de su padre la volvió un referente natural, con graves consecuencias para la gobernabilidad del país, por su incapacidad de procesar fracasos, parte inevitable de la política. Las votaciones en el Congreso han demostrado que la vacancia está lejana. La acusación constitucional es igual de exigente. Al pasar el proceso primero por la Comisión Permanente y luego definirse en el Pleno, en esta última instancia ya no votan los congresistas miembros de la Comisión Permanente, lo que reduce el número solo artificialmente. Una posible suspensión por obstrucción a la justicia solicitada por la Fiscalía de la Nación no tiene precedentes, pero es viable según los especialistas César Azabache y Luciano López, aunque debatible. Y la posible acumulación de colaboradores eficaces y detalles escandalosos puede hacer que la calle finalmente se caliente, como ya lo vienen haciendo los conflictos sociales. Al nuevo gabinete habrá que juzgarlo en los hechos.
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