Ollas comunes en Lima. (Foto: Difusión)
Ollas comunes en Lima. (Foto: Difusión)

Desde hace 2 años –o más– muchos peruanos están pasando hambre. Millones perdieron su empleo y no tienen dinero suficiente para alimentarse apropiadamente.

Las ollas comunes, que crecen día a día, evidencian la crisis alimentaria. No se puede tapar el sol con un dedo. Además, ¿acaso no se ven cada vez más mendigos en las calles?

Pero ¡ojo!, la crisis alimentaria peruana NO es por falta de alimentos. Alimentos, hay. Lo que no hay son recursos para adquirir los alimentos. Me refiero –por supuesto– a la gente que tenía trabajo y ahora no lo tiene. Las empresas donde trabajaban… cerraron.

Es verdad, la pandemia impactó negativamente en la economía nacional. Pero recordemos, el agro no paró. El agro siguió operando en plena pandemia. O sea –insisto– alimentos, hay.

Por otro lado, la guerra entre Rusia y Ucrania ha complicado la situación. Los precios de los productos agrícolas han subido significativamente a nivel mundial y nosotros importamos mucho trigo, maíz y soya.

Consecuentemente, han subido los precios del pan, fideos, pollos, huevos, aceite vegetal… Encima, los precios de los combustibles, fertilizantes y fletes marítimos se han disparado. ¡La inflación es mundial!

Sin embargo, la buena noticia es que muchos agricultores peruanos cultivan aquellos productos cuyos precios han subido. Me refiero a los agricultores –pequeños, la mayoría– que siembran café, algodón, caña de azúcar, maíz, trigo, y otros cultivos. Ellos la están pasando más o menos bien… los precios de los alimentos que producen han subido.

Entonces, el problema está en las ciudades. Como dicen los economistas: el problema no es de oferta, es de demanda. Concretamente, de la población desempleada que no tiene dinero para comprar alimentos cada vez más caros. ¡Ese es el problema!

Entonces, ¿quién es el gran bonetón? Claramente, el Estado. Ese Estado corrupto, inoperante e indolente que tenemos los peruanos. Ese Estado elefantiásico, híper burocrático, esquilmador, y –a la vez– derrochador de recursos fiscales. Ese Estado obstruccionista de todo lo que signifique inversión y generación de empleo.

CONCLUSIÓN: La crisis alimentaria que viven cada vez más peruanos ha sido producida por el propio Estado. Y está en las ciudades, no en el campo. Alimentos hay. Lo que no hay son recursos para que la gente pobre pueda comprarlos. Y la gente no tiene recursos porque no tiene trabajo.

Así es la nuez. Echarle la culpa de la crisis alimentaria a los rusos… ¡es pura excusa de nuestros gobernantes mediocres!