“Ya estamos pagando el gran error de construir la nueva refinería. Ahora necesitamos trabajar para reducir las pérdidas y evitar nuevos apoyos del MEF, que parecen inevitables”.
“Ya estamos pagando el gran error de construir la nueva refinería. Ahora necesitamos trabajar para reducir las pérdidas y evitar nuevos apoyos del MEF, que parecen inevitables”.

En un artículo en julio ponía en duda la capacidad de Petroperú de servir sus deudas, particularmente los US$750 millones que el gobierno le entregó en mayo. En los últimos días hubo algunas novedades, la situación de iliquidez se agudizó y el gobierno optó por capitalizarla con S/4,000 millones y garantizarle un nuevo préstamo por US$500 millones para evitar el desabastecimiento de combustibles en el país. Días después renunció su presidente. La mala decisión de construir la nueva refinería en Talara es la fuente del problema, pero a esto se unen la mala administración de la empresa particularmente en los últimos dos años, la dificultad de implementar programas de reducción de gastos y personal objetados por sus sindicatos y la poca transparencia con la que se maneja la institución.

El Ejecutivo oficializó estos apoyos “de manera excepcional” para evitar el desabastecimiento de combustibles a nivel nacional, culpando a la rebaja de la calificación crediticia, cuando esta se debió a mala gestión. Le otorgó los fondos mediante un decreto en el que indicaba que la empresa deberá contratar a una consultora internacional para que presente un plan de reestructuración a más tardar el 31 de julio de 2023 y exigió la presentación de cinco compromisos a la Junta General de Accionistas: mantener los niveles de inventario para asegurar el abastecimiento nacional de combustibles; valorizar y realizar las acciones preparatorias para una oferta pública de acciones en un plazo de 12 meses; presentar nuevos objetivos anuales y quinquenales; modificar el Estatuto Social acorde con los lineamientos del Fonafe; y reorganizar la administración para generar eficacia. Todo esto evidencia una falta de sentido de urgencia y una gran inconsistencia de objetivos, ya que no es posible valorizar la empresa o pensar en una OPA sin previamente haber aprobado el plan de reestructuración a prepararse por la consultora internacional. Tampoco exigió mayor información sobre el impacto de la refinería sobre los flujos de la empresa ni se refirió a los problemas del oleoducto y cómo minimizar su impacto negativo.

Ya estamos pagando el gran error de construir la nueva refinería. Ahora necesitamos trabajar para reducir las pérdidas y evitar nuevos apoyos del MEF, que parecen inevitables. Esto empieza por recomponer el directorio de la empresa con profesionales competentes independientes y contratar a la empresa consultora internacional a la brevedad. Lo debería hacer el MEF y no Petroperú, para agilizar el proceso y liderarlo, acortando la fecha de entrega. Ojalá se introduzca un sentido de urgencia, aunque estos apoyos financieros lo que realmente hacen es patear el problema para adelante y quitarle presión a la empresa.

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