“Todavía mantenemos el grado de inversión, pero cada vez con mayores posibilidades de perderlo. Standard & Poors’s se lo quitó a Colombia hace unas semanas”. 
 (Foto: Andina)
“Todavía mantenemos el grado de inversión, pero cada vez con mayores posibilidades de perderlo. Standard & Poors’s se lo quitó a Colombia hace unas semanas”. (Foto: Andina)

Pasan los días y todavía no sabemos quién será nuestro próximo presidente ni cuál será su política económica. La inestabilidad de políticas es un factor importante que afecta la percepción de riesgo de las empresas calificadoras. Hace unos meses Fitch redujo en un nivel la calificación de la deuda en soles de nuestro gobierno y Moody’s nos puso en “perspectiva negativa”. Todavía mantenemos el grado de inversión, pero cada vez con mayores posibilidades de perderlo. Standard & Poors’s se lo quitó a Colombia hace unas semanas.

Si el próximo gobierno no mantiene políticas que garanticen la solidez macroeconómica, vamos por ese camino. El FMI, en una reciente revisión de la línea de crédito que le aprobó al país hace un año, indicó que los equipos económicos de ambos candidatos han confirmado su compromiso con esas políticas. ¿Será verdad? ¿Son los verdaderos interlocutores en el caso de Castillo? Lo sabremos a más tardar el 28 de julio.

La crisis económica desatada por la pandemia ha deteriorado la salud fiscal del país, lo que, conjuntamente con la inestabilidad política, ha reducido la percepción de nuestra capacidad futura de pagar nuestras deudas. El Perú obtuvo grado de inversión recién en 2008 luego de años de esfuerzo. Conseguirlo es muy difícil, perderlo es muy fácil y muy costoso. Hay decenas de ejemplos al respecto. Actualmente solo cinco países mantienen este status en América Latina.

La pérdida del grado de inversión aumentaría las tasas de interés para el financiamiento del gobierno, que se extendería a las empresas y hogares. El mayor costo del crédito implicaría un menor crecimiento económico, menores oportunidades de inversión, un deterioro del empleo, salidas de capital y un mayor precio del dólar. Esto afectaría directamente todos los productos importados y encarecería una serie de otros artículos, ya que todo lo que producimos contiene un porcentaje mayor o menor de insumos que se compran con dólares.

¿Qué puede hacer el nuevo gobierno para cuidarlo? Poner a un ministro de Economía solvente y confiable que garantice políticas económicas coherentes incluyendo el compromiso de regresar al marco de la Ley de Responsabilidad y Transparencia Fiscal a la brevedad; nombrar a un directorio competente en el BCR que garantice la autonomía de la política monetaria y asegurar que la SBS siga estando manejada por un profesional sólido e independiente. Esperemos que el próximo presidente, sea quien fuere, valore la importancia de mantenerlo. Debemos estar vigilantes para exigirle que así sea.

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