“A pesar de su riqueza, desde hace décadas alterna periodos de crecimiento lento con otros de recesión en un contexto de inflación crónica caracterizado por numerosos desequilibrios fiscales”.
(Foto: Shutterstock)
“A pesar de su riqueza, desde hace décadas alterna periodos de crecimiento lento con otros de recesión en un contexto de inflación crónica caracterizado por numerosos desequilibrios fiscales”. (Foto: Shutterstock)

Argentina es uno de los países con más potencial de la región, ya que tiene una población con un buen nivel educativo y abundantes recursos naturales (tierras agrícolas extraordinariamente fértiles, importantes reservas de gas litio y otros minerales, y un enorme potencial en energías renovables). Además, es líder en producción de alimentos, con industrias de gran escala en los sectores de agricultura y ganadería vacuna y con gran potencial en algunos subsectores de manufacturas y en el sector de servicios innovadores de alta tecnología.

A pesar de su riqueza, desde hace décadas alterna periodos de crecimiento lento con otros de recesión en un contexto de inflación crónica caracterizado por numerosos desequilibrios fiscales, de balanza de pagos y cambiarios. En la pandemia su economía decreció 9.9%, pero se recuperó rápidamente creciendo en los dos siguientes años, pero está cayendo desde el último cuatrimestre de 2022 y las perspectivas para 2023 son muy pesimistas por la sequía a principios de año y las medidas implementadas para sostener sus ingentes reservas. La inflación en 2022 fue 94.8% y se estima cercana a 140% este año, de las más altas en el mundo. Los fuertes desbalances macroeconómicos impiden retomar el crecimiento y la pobreza alcanza al 39% de la población.

Argentina ha tenido 28 acuerdos con el FMI desde 1958, indicativo de vivir en una crisis perpetua. En 2020 renegoció su deuda privada y a comienzos de 2022 alcanzó un nuevo acuerdo con el FMI para refinanciar sus vencimientos con dicho organismo y fortalecer sus reservas. Los compromisos asumidos incluyen una consolidación fiscal gradual, alcanzando el equilibrio en 2025, y la reducción del financiamiento monetario del déficit. Las metas del programa ya han sido incumplidas por lo que luego de las próximas elecciones en octubre, el nuevo gobierno las tendrá que renegociar. No faltarán los que culpen al Fondo de los problemas, aunque estos resultan de malas políticas que empezaron décadas atrás bajo el peronismo y se mantienen indistintamente del partido que gobierna por falta de un consenso reformista.

Se requiere un estricto programa de estabilización que reduzca subsidios (a la energía principalmente), liberalice una serie de precios controlados, y sincere el tipo de cambio oficial para así reducir los desequilibrios macroeconómicos. Asimismo, se debe implementar reformas estructurales para mejorar la productividad y competitividad, promover la inversión y el empleo, y así atacar la creciente informalidad y la falta de crecimiento. Aun si eligen un gobierno dispuesto a hacer los ajustes y reformas requeridas, será difícil lograrlo sin una mayoría en el Congreso y un acuerdo social que incluya a sindicatos, empresarios, y políticos, ya que se necesita un horizonte más allá de un gobierno y un claro mandato para tener éxito.

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