"Cada vez tenemos un mayor porcentaje de trabajadores informales con sueldos debajo del mínimo".
"Cada vez tenemos un mayor porcentaje de trabajadores informales con sueldos debajo del mínimo".

Reducir la es sumamente difícil. No es fácil encontrar experiencias de países exitosos en reducirla. Hay muchas recetas para combatirla, pero no se implementan por la politización del tema y el facilismo. En el Perú será aún más difícil hacerlo por las malas políticas que cada día incrementan los sobrecostos laborales, desincentivando el empleo formal. La tasa promedio nacional de trabajadores informales es 76.8% y en 18 regiones en el país la superan. Hay 8 regiones con informalidad laboral mayor a 88%. Cada vez tenemos un mayor porcentaje de trabajadores informales con sueldos debajo del mínimo, sin vacaciones, seguro de salud o afiliación en algún sistema previsional. Esto garantiza que un alto porcentaje llegará a la vejez sin derecho a una pensión digna o a servicios médicos de calidad.

Si bien la informalidad es un fenómeno mundial, esta es más alta en aquellos países que, como el Perú, desincentivan la generación de empleo formal. El empleo formal se asocia al bienestar porque se caracteriza por tener una mayor productividad y, por ende, mejores salarios. La productividad del sector formal es dos veces y media más alta que la del sector informal y, por ende, los salarios promedio también. La informalidad trae otros costos, como una mayor pobreza y una mayor desigualdad, como demuestran distintos estudios del Banco Mundial y del BID. Esto ocurre por la menor productividad resultante de la escasez de capital físico que caracteriza a las empresas informales.

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Muchos gobiernos mencionan la lucha contra la informalidad como un objetivo central, pero no están dispuestos a tomar las medidas requeridas para promover la formalización laboral. Otros incluso hacen más restrictivas las normas laborales, como nuestro gobierno actual, favoreciendo a un cada vez más pequeño porcentaje de trabajadores y haciendo más difícil para que el resto acceda a un empleo formal digno. El tránsito a la formalidad requiere una política integral basada en amplios consensos, que nunca hemos logrado en el país y que incluye normas laborales más flexibles, políticas para aumentar la productividad de empresas, incentivos a la formalización y mayor fiscalización de los informales. Son recetas que terminan quedando en el tintero.

Medidas como aumentar el salario mínimo y beneficiar al 4% de trabajadores, prohibir la tercerización (bajo la cual trabajan menos de 1% de empleados), romper el equilibrio en las negociaciones colectivas, y otras similares promovidas desde el Ministerio de Trabajo bajo la Agenda 19 van a terminar incrementando aún más la informalidad laboral en nuestro país. Sin un cambio de timón el problema se va a agudizar.

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