“Nuestro primer dirigente somos nosotros mismos, cuidando la economía propia, porque eso refleja el respeto y el valor que damos a nuestros trabajos, y también para darnos una mejor calidad de vida. Otro importante dirigente es quien preside el país”.  
FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO
“Nuestro primer dirigente somos nosotros mismos, cuidando la economía propia, porque eso refleja el respeto y el valor que damos a nuestros trabajos, y también para darnos una mejor calidad de vida. Otro importante dirigente es quien preside el país”. FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO

Antes de escribir la columna de hoy, me pregunté si tenía que ver con los temas que suelo tocar, y quizás no literalmente, pero sí implícitamente. Pues, sin un buen dirigente, la economía, la salud, y otros más, en el país, se desmoronan.

El viernes, el resultado que alegró a los peruanos nos ubicó en una posición que nos dio la esperanza de seguir avanzando y, ante eso, me quedé pensando: ¿qué pasaría si en el puesto de Gareca la directiva hubiera colocado a alguien que careciera de las estrategias adecuadas, del criterio para estar a cargo, de compromiso y seriedad, de conocimiento, de experiencia en el tema del fútbol, entre otros requisitos mínimamente necesarios como para sacarnos de un estado de pérdida y derrota a un nivel en el que no solo permita subir la moral de los jugadores, sino de todos los peruanos?

¿Qué hubiera pasado entonces, si hubiéramos visto constantes juegos en contra y al preguntarle, su respuesta hubiera sido: es que no cuento con la experiencia, etc.? ¿Acaso los peruanos o al menos los hinchas hubieran aceptado semejante delirio?

Lo mismo para quienes tenemos negocios; nos importa liderar de la mejor manera y contar con aquellos que empujarán verdaderamente el carro.

Nuestro primer dirigente somos nosotros mismos, cuidando la economía propia, porque eso refleja el respeto y el valor que damos a nuestros trabajos, y también para darnos una mejor calidad de vida. Otro importante dirigente es quien preside el país. No son necesarios discursos que apelen a quienes menos tienen, es necesario que accione para generar mayor crecimiento y así muchos más se beneficien del mismo.

Les dejo la pregunta: ¿por qué en el fútbol no aceptaríamos algo como lo comentado inicialmente y por qué a veces en nuestras propias vidas, negocios o país, sí lo permitimos? Tengo algunas respuestas, pero ya en algún momento se las compartiré. Súmate a mis redes en dalireyes.prosperos.

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