Declaran en emergencia distritos de Moquegua y Tacna por huaicos. (Foto: Andina)
Declaran en emergencia distritos de Moquegua y Tacna por huaicos. (Foto: Andina)

Una vez más, como cada año en esta misma época, se reportan lluvias torrenciales, desbordes, nevadas y aludes en distintas regiones del país. Nuevamente también, la falta de previsión de nuestras autoridades le pasa factura a la población. Solo en Arequipa, desde que se inició la temporada de lluvias, se han reportado quince muertos; en Áncash suman ya cinco las víctimas.

El desborde de ríos en Moquegua y Áncash, los huaicos en el distrito de Aplao en Arequipa y de Ticaco en Puno, y las lluvias en Campanilla (San Martín) han arrasado viviendas, interrumpido carreteras y dejado a buena parte de la población afectada sin servicios básicos. La situación podría empeorar. El Senamhi ha informado que a partir de hoy y hasta el próximo miércoles 13 se presentarán precipitaciones, granizadas y/o nevadas en catorce regiones, encendiendo así la alerta en Áncash, Apurímac, Arequipa, Ayacucho, Cusco, Huancavelica, Huánuco, Ica, Junín, Lima, Moquegua, Pasco, Puno y Tacna.

La intervención del Ejecutivo y autoridades regionales no se ha hecho esperar, pero una vez más, un año más, tenemos respuestas reactivas y no preventivas. ¿Es que ya olvidamos la emergencia que estos fenómenos climáticos desataron a inicios de 2017 con vías intransitables, casas inundadas e incremento del caudal de ríos como el Rímac que afectó la planta de tratamiento de agua potable de La Atarjea provocando un severo racionamiento del suministro de agua? ¿No hemos aprendido de la tragedia de Evangelina Chamorro, arrastrada por un huaico y emergiendo de un mar de lodo y piedras?

Entonces, como ahora, el dejar pasar de las autoridades se suma a la desidia de la población. Resulta inaudito que pese a la amenaza latente de un desastre, muchos insistan en construir sus viviendas en los cauces de los ríos, se nieguen a ser reubicados y lleguen, incluso, a enfrentarse a la Policía para defender bienes materiales que un huaico podría arrasar en segundos.

Mientras así sea, todo esfuerzo para evitar una tragedia será inútil. Ya hay mucho llanto sobre leche derramada. La cultura preventiva tiene que calar en las instituciones del Estado y en la ciudadanía.

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