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La inversión privada es el motor del desarrollo económico, pero si las empresas evitan pagar sus impuestos, difícilmente todos comerán de la torta. El chorreo ha demostrado ser una ilusión. Las empresas generan empleos, pero sin impuestos el Estado no tiene capacidad de gasto, por lo que le resulta imposible mejorar el salario de docentes y médicos, o mejorar la infraestructura de colegios y postas. No pagar impuestos cuando se puede es una forma de traición. Que un grupo de poderosos limeños presione para frenar el reglamento de la Norma XVI, pensada para combatir la millonaria fuga de capitales a paraísos fiscales, también.

El informe publicado sobre este tema por Ojo Público es revelador. Como si no tuviésemos ya terribles problemas de corrupción e informalidad, los grandes empresarios confabulan también para evitar pagar al Estado lo que les corresponde.

La Norma XVI permitiría al Estado identificar y cobrar los millonarios impuestos que ciertas empresas eluden o esconden en paraísos fiscales. En respuesta, la Confiep parece haber orquestado una campaña de boicot y presión para evitarlo, usando todo lo que ha tenido a su alcance para mantener la permisividad con la elusión tributaria del gran empresariado.

La elusión es una forma sofisticada de usar los vacíos de la ley para no pagar impuestos, a través de esquemas ficticios o con transferencias a paraísos fiscales. Abogados y contadores especializados se encargan de estas operaciones. Así es como millones de soles terminan en cuentas privadas y no en las arcas públicas, a costa de un país que pide a gritos un Estado más presente, ágil y con recursos. Un Estado desmantelado no funciona.

¿Dónde está el empresariado de la responsabilidad social y el compromiso con el país? Sin impuestos, todo lo demás es puro humo.

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