[Opinión] César Luna Victoria: “Para ganar, cuando todo esté perdido”. (Foto: AFP)
[Opinión] César Luna Victoria: “Para ganar, cuando todo esté perdido”. (Foto: AFP)

Nos eliminan casi siempre en junio. En 1985, en el Monumental de River, había que ganar a Argentina para clasificar. Íbamos delante con un 2 a 1. Llovía a cántaros. Antes las canchas no drenaban agua, así que se jugaba entre charcos. Igual Cueto y Velásquez dominaban el medio campo y Reyna anulaba a Maradona, genialidad del entrenador Challe. En el intermedio, la barra peruana desplegó una enorme banderola: las Malvinas son argentinas. Faltaban 9′ cuando Passarella remató contra el palo y empujó la pelota que se paseaba lentamente sobre la línea de gol. El empate nos eliminaba. 32 años después, Gareca nos devolvió el favor y nos clasificó a Rusia 2018. Regresando al juego, Perú atacó con todo. En el último minuto, Fillol desvió un remate de Uribe que habría sido el 3 a 2. Eliminados con dolor. Los chicos habían entregado habilidad, energía, coraje y merecían ganar. Rareza en nuestra historia: derrota con autoestima. No como esta eliminación a Qatar 2022 que sabe mal. Al final, otra vez la banderola: las Malvinas son argentinas.

Cuatro años antes, en España 1982, Perú no pasaría la primera ronda y Argentina, que venía de ser campeón mundial y con Maradona debutando, no ganaría un solo punto en segunda. Quizá porque, mientras tanto, también perdía la guerra de las Malvinas. Perón había muerto en 1974 y el vacío político lo llenaría un golpe militar en 1976. Detenidos, torturados, desaparecidos. Para el Mundial de 1978, los jardineros habían pintado de negro la parte baja de los parantes de los arcos. Dijeron para que se viera mejor por televisión, pero era para que en cada gol se recordase el luto del pueblo. La dictadura tambaleaba en 1982. Para sobrevivir, decidió recuperar por la fuerza las islas en poder de Gran Bretaña. El Perú quiso impedir el conflicto, movilizó toda su diplomacia y propuso salidas razonables. Pero Margaret Thatcher, la primera ministra británica, no aceptó, también quería sobrevivir políticamente. El Perú, en secreto, ayudó a Argentina con aviones, cohetes y asistencia técnica. Tatcher ganó la guerra y fue reelegida. Los militares argentinos la perdieron y se fueron al año siguiente.

MIRA: [Opinión] César Luna Victoria: “El olvido que somos”

El fútbol, la política y la vida misma, a su modo, también son una guerra. Todos quieren ganar. Eso presiona para ganar como sea, aunque sea con trucos, trafas y traiciones. A veces resulta. Pero en la historia lo que cuenta es la trayectoria. Para eso tienes que entrenar fuerte, planificar al detalle, pensar mucho, jugar limpio y sacrificarte. En esa larga duración, no importan unos cuantos resultados, sino el promedio, la sumatoria. Una derrota en fútbol, como la de 1985 en Buenos Aires, desaparece frente al trabajo de una de nuestras mejores generaciones de fútbol, que reinó por muchos años. En cambio, euforias transitorias, como la recuperación de las Islas Malvinas, se desvanecen cuando se descubre que la causa no fue patriótica, sino el más puro egoísmo para quedarte en el poder, a costa de la muerte de miles. Algo de eso también nos pasa, cuando apostamos electoralmente por quien sea, a sabiendas que ni está preparado, ni sabe qué hacer. No se trata de ganar, sino de saber ganar bien en el tiempo.

VIDEO RECOMENDADO

Informes PNP confirman que NO HUBO VIGILANCIA AL EXMINISTRO DE PEDRO CASTILLO
Informes PNP confirman que NO HUBO VIGILANCIA AL EXMINISTRO DE PEDRO CASTILLO

TAGS RELACIONADOS