(Foto: GEC)
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La parrillada nació en los antiguos sacrificios. Un día Prometeo dividió el buey de la ofrenda. A la carne la cubrió de pellejos y a los huesos de grasa. Zeus escogió la grasa creyéndola más sabrosa, pero se quedó con los huesos. Se sintió estafado. Así nació la costumbre de asar animales. Los hombres comíamos la carne y dejábamos a los dioses los huesos, el humo y la gratitud por el alimento. Zeus, colérico, quitó el fuego a los hombres. Pero Prometeo lo robó y lo devolvió. Esta vez Zeus se vengó con más dureza. A Prometeo le envió un águila para que le comiese las entrañas, que le volvían a crecer de noche, para que se la volviesen a comer a la mañana siguiente, así por toda la eternidad. A los hombres, en cambio, envió a la bella Pandora para casarla con Epimeteo. Zeus le regaló un ánfora. Le advirtió que no la abriese, sabiendo que no le haría caso. Al destaparla, liberó a todas las desgracias que sufre la humanidad. Desde entonces, abrir la caja de Pandora es despertar tempestades.

Esta semana, los Documentos de Pandora (Pandora Papers) revelaron las compañías offshore que los ricos y famosos tienen en los paraísos fiscales. Se ha dicho que así ocultan dinero para no pagar impuestos, pero no es verdad. Los abogados, los administradores y los bancos estamos obligados a identificar al beneficiario final de esas compañías y el origen lícito del dinero. Toda esa información se reporta a la Sunat, que la puede compartir con todas las demás Sunats. Otro detalle: en la mayoría de los países, los contribuyentes estamos obligados a pagar impuestos por lo que ganamos en todo el mundo, incluidos los paraísos fiscales. Así que la Sunat sabe si una persona no paga sus impuestos. Si no lo sabe aún, es porque no tiene capacidad técnica para cruzar toda la información que tiene, o le falta firmar tratados para acceder a la información de otras Sunats, o le falta apoyo político, que es otro cantar.

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Las compañías offshore ya no sirven para ocultar fortunas ni para evadir impuestos. Sirven para limitar los riesgos de los negocios, o para ordenar herencias, o para protegerse de tanta delincuencia. La publicidad de los Documentos de Pandora viola el derecho a esa privacidad. La razón de la noticia, entonces, no ha sido denunciar fraudes fiscales, sino una cierta morbosidad por mirar la riqueza de otros, a ver si se les mancha de lavado de activos o de fraude fiscal.

Si de verdad se quiere evitar la elusión fiscal, la Sunat tiene acceso a toda la información relevante. Solo tiene que saber analizarla y cobrar.

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