¿Por qué la indiferencia? Me dirá que es porque ya nadie cree en los políticos. Puede ser, pero nos quedamos pegados a esa frase que, de tanto repetirla, explica poco. Creo que hay que buscar la razón en el diseño de cómo funcionan las cosas. Veamos, como ejemplo, los problemas más urgentes en Lima Metropolitana. Uno: la seguridad, depende de la Policía, que depende del Ministerio del Interior. Dos: el transporte, depende de la Autoridad de Transporte Urbano, que depende del Ministerio de Transportes. Tres: el agua, depende de Sedapal, que depende del Ministerio de Economía y Finanzas y del Ministerio de Vivienda. Cuatro: la vivienda, cuya titulación depende de Cofopri, cuyos programas de financiamiento dependen del Ministerio de Vivienda, cuya zonificación depende de la provincia y cuyas licencias las otorga el distrito. Cinco: la basura, cuya recolección la contratan los distritos, pero el botadero en rellenos sanitarios depende de la provincia. Para los vecinos, el alcalde es el responsable de resolver estos problemas, pero las competencias están en los ministerios o en una sobreposición de facultades entre la provincia y el distrito. Considere, además, que la región metropolitana tiene 43 distritos en Lima y 6 en el Callao. Intente usted conciliar criterios entre tanta variedad. Como ve, es un sistema tan enmarañado, como si hubiese sido diseñado a propósito para que no funcione.