(Foto: Mincul)
(Foto: Mincul)

Saber leer no es fácil. Lo hemos sufrido esta semana, con dos sucesos que, paradójicamente, han ocurrido alrededor de ferias de libros. Uno: en la feria Lima Lee se armaron tumultos porque una muchedumbre quería el autógrafo de Flor Salvador. Contusos sin gravedad. Dos: el ministro de Cultura retiró a algunos autores para invitar a otros en la delegación oficial del Perú a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Visión de país herida. Cosa curiosa, el arte de la literatura es conectar. El estilo, la técnica, el manejo del idioma o las historias que se cuentan son lo de menos. Un autor destaca cuando su historia pasa de ser contada a ser vivida, cuando el lector se convierte en protagonista. Los dos casos reseñados sirven para revisar cómo leemos la realidad y si detectamos lo que conecta a la gente.

Salvador es una joven de 22 años que, hasta la gira que la trajo por Lima, no había salido de su pueblo en la isla del Carmen en México. Hasta hace poco tampoco había publicado algo que valiera la pena. Empezó escribiendo en Wattpad, una red para colgar historias y promover lecturas. La siguieron millones de jóvenes. Luego, de lo virtual pasó a lo físico. Boulevar, su primer libro impreso, fue un éxito de librería. Silence es el segundo. La tirada de la primera edición fue diez veces la de cualquier otra regular. Con semejante éxito: ¿cómo era posible que los organizadores no hubiesen previsto que podría haber tumultos? Sencillamente porque Salvador no estaba en su radar y, a decir verdad, tampoco en el nuestro. Lo más grave, tampoco está en nuestro radar lo que leen los jóvenes ni lo que los conecta.

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Veamos lo de la feria de Guadalajara. Si quieres invitar a unos, agrégalos a la lista. Si otros no te gustan, paciencia, no los invites en la próxima, pero no les retires la invitación ahora. Siendo tan obvio: ¿cómo es posible que el ministro cometiera tal torpeza política? Sin embargo, al ministro no se le ve compungido. Quizá porque no le importa ni la feria, ni la literatura, ni siquiera promover a los nuevos invitados. Lo que quiere es provocar. Está en sus manuales marxistas, lo llaman “agudizar las contradicciones”. Es una constante del gobierno. Por eso nombra ministros y funcionarios sin experiencia ni conocimiento alguno o, peor aún, con antecedentes que los descalifican. Creen que al provocar la cultura política previa los conecta con los pobres que no recibieron nada antes. Creen que eso les dará votos. Lo que quieren es ganar las elecciones regionales. Eso tampoco lo tenemos en el radar.

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