Luego vino la década perdida por hiperinflación y terrorismo. Con preocupaciones políticas mayores, la democracia abandonó la educación. Sin carrera magisterial y sin dinero, la educación fue más precaria que nunca. El maestro ya no era el mejor del pueblo, sino cualquiera que pudiese vivir con los cuatro reales que se pagaban. Pero, si el Estado no tenía un proyecto educativo, Sendero sí lo tenía. Infiltró estudiantes como maestros y empezó a hacerle la pelea a Patria Roja. Años antes, Sendero se había separado de Patria Roja para iniciar la guerra popular, solo que por entonces se llamaba Bandera Roja. Así que el magisterio fue el campo de batalla entre las fracciones más radicales de la izquierda. Lo sigue siendo, porque los senderistas reciclados en el Movadef han armado el Fenate, otro sindicato para competir con el Sutep, que Castillo legalizó, entre otros desaciertos. Pero Patria Roja, sin dejar de ser roja, ha hecho patria. Controla la Derrama Magisterial, la AFP de los maestros, que, hasta donde se conoce, es de lo mejorcito. Tiene un fondo editorial que ha publicado “Pensamiento Educativo”, una obra monumental en 15 tomos que repasa la educación en el Perú desde las primeras culturas. El último tomo, “Cambio, Continuidad y Búsqueda de Consenso 1980 – 2011", de Ricardo Cuenca, diagnostica el presente. Hay un epílogo, sobre el gobierno de Humala, del mismo Cuenca, en la Revista Poder de agosto de 2016. Da cuenta del último gran esfuerzo para reconstruir la educación.