(Foto: César Campos/GEC)
(Foto: César Campos/GEC)

Todos estamos de acuerdo con la necesidad de aumentar la recaudación tributaria. Basta un dato: de acuerdo con la OCDE, en 2019, la presión tributaria, definida como el porcentaje del PBI que es recaudado por el gobierno, fue de 16.6% en Perú. El promedio de América Latina fue de 22.3% y el de los países de la OCDE, 33.6%. Ante esto, se propone una reforma tributaria; sin entrar en detalles técnicos, van algunas ideas generales.

Primero, la mejor y más rápida forma de recaudar más es a través de un mayor crecimiento económico. Cuando una economía crece, aumentan los ingresos de las personas y las utilidades de las empresas; en consecuencia, sin alterar ninguna tasa, se eleva la recaudación. Por lo tanto, la idea de subir los impuestos en un contexto de un 2021 que recién se acerca a los niveles prepandemia, después de un 2020 muy complicado, es una mala idea, pues frenará una economía que recién comienza a levantar.

Segundo, la reforma debe atacar la informalidad, la evasión y la elusión. Sin esos elementos, no es una reforma. Todos aquellos que reciban un ingreso mayor a cierto umbral deben pagar. Todos. En el Perú, la informalidad alcanza a más de siete trabajadores de cada diez y una de cada dos empresas. Ningún país es viable así. Tampoco lo es un país con los niveles de evasión y de elusión que tiene Perú.

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Tercero, los cambios tributarios no solo deben aumentar la recaudación, sino que tienen que estar acompañados de una mejora en la gestión del gasto del gobierno, de modo que los nuevos ingresos se reflejen en inversión en los más vulnerables. Si el gobierno sigue gastando igual, con la misma ineficiencia y corrupción, de nada servirá recaudar más dinero. Por eso, las reformas aisladas no logran los objetivos deseados.

Cuarto, la clave es retomar el crecimiento. Las proyecciones para 2022 apuntan a un crecimiento menor que 4%. La razón es que la inversión privada o crecerá 0% o caerá. ¿Cómo se puede recaudar más en un contexto así? La respuesta es simple: no se puede. Por mucho que los fanáticos digan que sí.

Quinto, el gobierno requiere antes aumentar su credibilidad. Eso solo se logra con menos contradicciones, más consistencia, liderazgo del presidente y nombramientos adecuados. ¿Quién puede pagar más impuestos si no cree en quienes gastarán el dinero?

Esto no quita que sea urgente combatir la evasión de todas las empresas y personas que no tributan, debiendo hacerlo. Aquí no se trata de favorecer a nadie, pues los fanatismos son dañinos. En economía, muchas veces lo que suena bien y genera aplausos de la población al final termina haciendo más daño. Existen innumerables ejemplos. Aumentar las tasas impositivas sin que venga acompañado de un crecimiento sostenido, es un ejemplo.

No estoy en contra de la necesidad de una reforma tributaria en el Perú. Discrepo en el momento y la poca mención que se hace, en la exposición de motivos del documento de la solicitud de facultades, a la reducción de la informalidad; es decir, en ampliar la base tributaria y no cargar más sobre los mismos.

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