(Foto: @photo.gec)
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O el presidente Castillo vive absolutamente fuera de la realidad o está muy compenetrado en ella. No hay otra alternativa. O cree que poniéndose terno va a cambiar su imagen y los peruanos nos vamos a olvidar de todas las tropelías de las que hemos sido testigos y va a poder seguir gobernando como si nada hubiera pasado, o comprende el lío en el que se ha metido y sabe que si deja el poder, como responsablemente correspondería, termina en la cárcel al día siguiente.

De otra manera, no podemos entender su mensaje a la Nación por Fiestas Patrias, que fue un supuesto recuento de ‘logros’ que nadie reconoce y sin ninguna referencia a la crisis moral en que nos encontramos, a tal punto que no se atrevió a leer lo que estaba escrito en su discurso: “Conmino a los ciudadanos que se encuentran prófugos de la justicia y que el país reclama su comparecencia, a entregarse a las autoridades, pues el Perú quiere saber la verdad”. ¿No quiso incomodar a nadie? ¿Es consciente de que algunos de sus excolaboradores están considerando la posibilidad de acogerse a la colaboración eficaz?

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Nunca como hoy ha quedado en evidencia el colapso del sistema. El Ejecutivo es inaceptable, pero el Congreso tampoco es capaz de relevarlo como corresponde. No funciona el sistema de pesos y contrapesos. Pero, además, la ciudadanía cansada y sin un liderazgo a quien seguir, tampoco parece estar dispuesta a dar la lucha en las calles.

A 201 años de nuestra independencia, estamos en una situación muy complicada que está deteriorando la calidad de vida de los peruanos y de resolución impredecible. Sin embargo, estaremos entre los que apoyaremos una solución dentro del marco de la Constitución y las leyes.

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