Pedro Castillo de Perú Libre sorprendió cuando dijo: “Basta de equipos técnicos, los equipos técnicos son parte del pasado, es parte de la repartija”, señaló el columnista. (Foto: GEC)
Pedro Castillo de Perú Libre sorprendió cuando dijo: “Basta de equipos técnicos, los equipos técnicos son parte del pasado, es parte de la repartija”, señaló el columnista. (Foto: GEC)

Esta semana Pedro Castillo de Perú Libre sorprendió cuando dijo: “Basta de equipos técnicos, los equipos técnicos son parte del pasado, es parte de la repartija”.

Estas palabras, viniendo de un maestro que no tiene mayor experiencia en la administración pública, son particularmente preocupantes. Reflejan la poca importancia que le da al equipo que lo acompañaría en la compleja tarea de administrar el gobierno central o el hecho de que todavía no cuenta con uno, que seguramente es lo más probable.

Hay líderes a los que les gusta centralizar la autoridad y la responsabilidad de la gestión. Otros prefieren delegar. En ambos casos deben tener un equipo de colaboradores con una formación profesional y ética incuestionable.

Ronald Reagan, por ejemplo, fue un actor que, tras una corta carrera política, accedió al cargo más importante del mundo y decidió delegar completamente la gestión de la Casa Blanca, en una “troika” de asesores bien preparados. Fue reelegido y dejó el cargo con una altísima popularidad y es considerado uno de los mejores presidentes en la historia americana reciente.

Resulta que, en el caso del Perú, es imposible no delegar, no solo por el tamaño del Estado, sino porque así lo dispone la Constitución. El presidente no puede tomar una sola decisión ejecutiva si no está refrendado por el ministro del sector y/o el Consejo de Ministros. Por lo tanto, los electores tienen todo el derecho de saber quiénes serán esas personas que van a asesorar, delinear o limitar las acciones del presidente y su gobierno.

Por eso, en la difícil coyuntura actual, los equipos técnicos no son parte del pasado; son parte del futuro de todos nosotros.