(Foto: Jorge Cerdán/@photo.gec)
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De ninguna manera crea, amigo lector, que hemos tocado fondo. Estamos en los estadios primarios de algo mucho peor que está todavía por venir. Los nombramientos de altos funcionarios totalmente cuestionados, la destrucción de nuestras más grandes entidades públicas, la degradación de nuestra situación financiera, el alza constante del costo de vida, la falta de empleo, etc., son solo el inicio.

No vamos a descubrir la pólvora. Estos regímenes de izquierda improvisados y con falta de transparencia derivan inevitablemente en dictaduras; si no, no sobreviven. Para eso tienen que ir copando las principales instituciones del Estado. Han empezado con el Congreso comprando votos a tal punto que hoy es incierto si son capaces de censurar a un ministro y mucho menos el presidente.

Van a continuar debilitando instituciones tutelares como la Defensoría del Pueblo, que hace poco fue blanco de los ataques del oficialismo, y el Tribunal Constitucional. Continuarán con la Fiscalía y el Poder Judicial para cubrir sus fechorías y hacerles la vida imposible a los líderes de oposición.

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La estocada final vendrá con el copamiento de la Policía Nacional, cuyo proceso ya empezó y se reflejó en el escándalo de los ascensos al inicio del gobierno, y las Fuerzas Armadas que, una vez que se concrete, sería el inicio de una dictadura al estilo de Venezuela y Nicaragua. Felizmente, los institutos armados se han mostrado mucho más institucionalistas de lo que muchos habrían pensado, de ahí que capturarlos no va a ser tan sencillo como creen.

La situación puede empeorar más rápido de lo que nos imaginamos, lo que nos obliga a tomar una actitud mucho más firme hoy antes de que sea tarde.

Lea mañana a: Juan Stoessel

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