Hace una semana colapsó otro tramo, obligando a Sedapal a cortar el suministro de agua a un sector del distrito más poblado de Lima, señala el columnista. (Foto: Reuters)
Hace una semana colapsó otro tramo, obligando a Sedapal a cortar el suministro de agua a un sector del distrito más poblado de Lima, señala el columnista. (Foto: Reuters)

Hace más de tres años colapsó un tramo del colector de desagües en San Juan de Lurigancho, que fue construido por las empresas que hicieron el tren eléctrico. Hace una semana colapsó otro tramo, obligando a Sedapal a cortar el suministro de agua a un sector del distrito más poblado de Lima, por culpa de una obra que no estuvo a su cargo.

Todo esto ha llevado a evaluar el desempeño de la empresa pública de saneamiento. No me cabe ninguna duda de que una empresa privada funcionaría con mejores índices de eficiencia, pero en el caso de proveer de agua a Lima, fracasaría estrepitosamente.

La razón es que Lima es una de las pocas regiones del mundo donde la fuente del líquido elemento está en otra región. En efecto, el Rímac es un río seco desde hace muchas décadas y se abastece de agua gracias a grandes obras de embalsamiento de ríos en la región Junín, cuyos cauces naturales van hacia el este, para derivar esas aguas hacia el oeste a través de un gran túnel transandino.

Es así como solo el gobierno nacional tiene la capacidad de poder actuar para extraer recursos de una región para dársela a otra y no me cabe ninguna duda de que, si Sedapal fuera una empresa privada, se produciría una situación parecida al de los conflictos mineros poniendo en peligro el suministro de agua para Lima.

Por otro lado, Sedapal ha estado cerrando la brecha de agua en Lima en los últimos años. En el año 2000, el 85% de las viviendas tenía cobertura de agua. Hoy ese porcentaje llega al 93%. Esto a pesar del crecimiento poblacional y el problema que significa planificar este servicio en una ciudad que NO cuenta con un Plan de Desarrollo Urbano y, por lo tanto, su crecimiento es caótico.