Tanto Pedro Castillo como todo su entorno adolecen de una mirada de Estado al no haber tenido ninguna experiencia de gobierno ni en el Ejecutivo ni en el Legislativo, advierte el columnista.
Tanto Pedro Castillo como todo su entorno adolecen de una mirada de Estado al no haber tenido ninguna experiencia de gobierno ni en el Ejecutivo ni en el Legislativo, advierte el columnista.

Los que en la segunda vuelta decidimos apoyar la candidatura de Keiko Fujimori fuimos duramente atacados no solo por gente de izquierda, sino por gente que, sin serlo, adoptó una posición muy “digna”.

En ese momento estaba claro que esa candidatura era la menos mala y no se trataba de sesgos ideológicos únicamente, sino de aspectos muy objetivos. Los vínculos del candidato Pedro Castillo con la corrupción eran muy evidentes. El líder de Perú Libre es un sentenciado por actos de corrupción y muchos de sus dirigentes procesados por el mismo delito.

Además, tanto PC como todo su entorno adolecen de una mirada de Estado al no haber tenido ninguna experiencia de gobierno ni en el Ejecutivo ni en el Legislativo, a diferencia de su adversaria.

Por otro lado, se sabía que el fujimorismo no tendría mayoría en el Congreso y, por lo tanto, el contrapeso de ese poder del Estado iba a ser una garantía para no caer en excesos como los que hubo en el gobierno de su padre.

Muchos de los que ayer apoyaron la candidatura de PC piden hoy su renuncia y eso está muy bien. Hay que felicitar a quienes reconocen su error. Lo peor que podemos hacer entre quienes pedimos la salida de este gobierno es caer en sectarismos que solo benefician a quienes quieren mantenerse en el poder, que es lo que precisamente está ocurriendo en Venezuela.

El camino para que tengamos un gobierno con cierta racionalidad y principios es todavía muy largo como para estar haciendo distinciones entre quienes queremos lo mismo. Ya habrá elecciones para que cada uno tome su propia opción. Eso de ninguna manera significa que no podamos señalar claro y fuerte que, lamentablemente, teníamos razón.