"Solo nos queda esperar que el Congreso sea capaz de forjar los consensos". (Foto: GEC)
"Solo nos queda esperar que el Congreso sea capaz de forjar los consensos". (Foto: GEC)

Desde hace décadas, la se la ha pasado acusando, con razón, al fujimorismo de autoritarios y antidemocráticos por el autogolpe del 5 de abril de 1992. Sin embargo, en menos de dos años, cayeron en el mismo delito que tanto criticaron.

Es que los extremos se parecen. Estuvimos gobernados por una izquierda bruta y achorada (IBA): autoritaria, misógina, homofóbica, con poco respeto por las reglas de la democracia que llamaban “pelotudeces democráticas” y absolutamente incapaz y corrupta. Tenemos que reconocer que hay una izquierda más moderada, democrática y liberal pero que en esta coyuntura ha actuado como furgón de cola de los primeros.

Alejados abrupta y torpemente del poder y con algunos recursos financieros producto del saqueo del Estado, han organizado una movilización violenta en algunas regiones del país para presionar hacia su anhelada Asamblea Constituyente y nuevas elecciones a fin de modificar el régimen económico plasmado en nuestra Constitución.

La IBA sabe muy bien que ese régimen es la fortaleza de la derecha, ya que con ese modelo se ha logrado reducir la pobreza como nunca antes se había hecho en nuestra historia republicana y, por lo tanto, tiene que desaparecer del texto fundamental.

Pero si bien ese es un activo de la derecha, hoy este espectro tiene una gran debilidad: la ausencia de un líder con experiencia política y carisma que pueda aglutinar a los distintos grupos dentro de esa línea de pensamiento y que pueda captar los votos en una elección popular, al punto de extrañarse la figura de Alan García.

Ante el fracaso de nuestro régimen de representación surge el sentimiento general de “que se vayan todos” y, por lo tanto, resulta ampliamente aceptada la propuesta de un adelanto de elecciones. El problema está en que, si no hacemos las reformas constitucionales necesarias, no vamos a salir de esta etapa de inestabilidad.

Solo nos queda esperar que el Congreso sea capaz de forjar los consensos para aprobar las reformas en muy poco tiempo.

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Walter Albán