(Foto: Perú Libre)
(Foto: Perú Libre)

Pasan los días y todavía no vemos pruebas fehacientes que demuestren que hubo fraude sistemático en la elección. Sin embargo, a pesar de que pareciera que Castillo será finalmente el ganador, debemos esperar a que el JNE termine de revisar las actas anuladas y se pronuncie oficialmente.

Mientras tanto, la opaca relación entre Cerrón y Castillo genera zozobra en gran parte de la población (votantes y no votantes suyos) y afecta a la economía. Si Castillo no se despercude de Cerrón y de sus ideas maximalistas y autoritarias, la precariedad será el emblema de un eventual gobierno suyo y la ingobernabilidad y el caos podrían empujarlo al filo del abismo y, a la postre, podría terminar siendo despeñado del poder por un Congreso que le será adverso. Para aplicar el plan de Cerrón tendría que patear el tablero y eso no le resultará fácil porque, a pesar de todo, existe cierta institucionalidad que se lo impediría y, además, la calle le sería adversa.

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Castillo no podrá gobernar de espaldas a la mitad del país que no lo eligió y que no quiere cambios radicales. Es, entonces, necesario que busque consensos con los grupos políticos y sectores que representan a toda la sociedad para que un eventual gobierno suyo sea mínimamente viable. Y eso implica deponer su agenda radical. En el Congreso, ni el ideario de Cerrón ni el Plan Bicentenario (que propone cambiar las bases de la economía social de mercado) alcanzarán mínimos consensos (más allá de JPP). Para evitar la ingobernabilidad solo le queda respetar la economía social de mercado, tal como Francke ha venido anunciando que harán y, desde esa izquierda moderada, hacer las reformas de fondo que permitan cerrar las brechas y alcanzar servicios públicos más inclusivos. En ese escenario podría conseguir el apoyo de APP, SP, PM, AP y Podemos. Aquí no hay espacio para una convocatoria a una Asamblea Constituyente.

Aún sigue siendo un enigma qué rumbo tomaría Castillo, y mientras Francke se pasea por los medios ofreciendo moderación, Cerrón le baja el dedo. Ahora más que nunca urge claridad y un deslinde certero de Cerrón.

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