El ascenso de Castillo al poder es atribuible, en gran parte, a la aguda crisis de partidos que nos aqueja. En un sistema atrofiado como el nuestro, en el que abundan los vientres de alquiler que catapultan en el poder a personajes improvisados, no es descabellado que alguien como el actual presidente llegue a Palacio. De hecho, Castillo se inscribió en Perú Libre unos meses antes de la primera vuelta, luego de que el partido lo buscara porque su secretario general, Vladimir Cerrón, no podía postular por un impedimento legal. Así como Perú Libre, gran parte de los partidos son plataformas oportunistas que no tienen una visión de país, que no fomentan la formación de cuadros políticos ni la competencia entre sus miembros y menos un vínculo con ellos, y cuyo móvil principal es, más bien, buscar una cuota de poder.