(Foto: Perú21)
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Melissa González manejaba a 90 km por hora en Javier Prado, se descarriló y se llevó de encuentro a tres jóvenes. Dos de ellos murieron. Ella tendrá que enfrentar a la justicia y las familias de ellos un duelo que llegó injustamente temprano. El accidente tiene evidentemente una responsabilidad individual por exceso de velocidad. Pero también hace patente la precariedad en la que se encuentran los peatones ante la irresponsabilidad de este tipo de conductores y la infraestructura urbana siempre –mal– diseñada para automóviles sin considerar a los peatones.

Para evitar dudas: hablar del diseño vial no exime de responsabilidad a la conductora apurada. Como cuando el chofer de una combi atropella por corretear con otras combis en cada esquina, es posible reconocer la culpabilidad del chofer y entender, a la vez, que hay un sistema de transporte que promueve accidentes mortales casi a diario. Análogamente, una autopista en medio de edificios, comercios y peatones evidentemente hace más fácil que un conductor irresponsable lleve todo al límite. Una vía de cuatro carriles, como Javier Prado, con casi un 1 km sin semáforos, ni nada que obligue a bajar la velocidad cuando no hay tráfico, evidentemente hace más fácil que un conductor irresponsable pise el acelerador. Si a eso sumamos que las veredas tienen un metro de ancho, sin espacio de refugio ni ninguna protección, evidentemente hace más fácil que un despiste sea fatal.

No es suficiente con encarcelar a quien mata por negligencia si no cambiamos las condiciones que favorecen estas tragedias. ¿Acaso evidenciar la mala regulación de uso de armas exculpa a quien disparó sin razón a otra persona? En Lima, tristemente, los peatones se juegan la vida a diario porque los carros siguen siendo más importantes. La gente va a seguir muriendo.

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