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El Gobierno en la crisis

“La política es cíclica y el ciclo que vivimos hoy, definido por la confrontación con el Legislativo, el desarme del fujimorismo y la novela de García, pronto dará paso a uno nuevo con desenlace incierto”.

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La aprobación de Vizcarra sigue en niveles siderales, pero no parece que su gestión haya encontrado la estrategia que le permita navegar hasta 2021 entre olas de popularidad. Para empezar, su aprobación no es la misma que la de su gobierno. Mientras la suya oscila el 60%, la segunda bordea el 30% y la de sus ministros no llega al 20%. Además, una mayoría de peruanos considera que el Perú se mantiene estancado económicamente (61%) y que intervenciones estratégicas como la reconstrucción han avanzado poco o nada (68%). Es decir, la aprobación de Vizcarra no proviene de una buena valoración del trabajo de su gobierno.
A mi parecer, esta resulta de tres criterios subjetivos: del contraste con su antecesor y sus opositores; de haber colocado al poder parlamentario contra las cuerdas; y del desencanto generalizado con los políticos tradicionales.
Quienes entienden la gestión gubernamental como una estrictamente administrativa tienen dificultad para pensar la política como un gatillador de emociones y expectativas. Por eso se equivocan al analizar la situación de Vizcarra desde la facultad de administración y no de ciencias políticas.
Ante una crisis como la que se vivió con la salida de PPK, la política fue un arma de largo alcance que Vizcarra supo usar a su favor. El problema, sin embargo, es que la política es cíclica y que el ciclo que vivimos hoy, definido por la confrontación con el Legislativo, el desarme del fujimorismo y la novela de García, pronto dará paso a uno nuevo con desenlace incierto. El asunto es cómo reaccionará el Gobierno en este nuevo escenario.
Sin ajustes para responder a las expectativas despertadas por el propio Vizcarra, es previsible que lo que funcionó antes ya no funcione ahora y que su aprobación se desinflará tan rápido como se disparó.
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