Gente laica y religiosa, liberales y conservadores se unen en la calle para aclarar a Netanyahu que no aceptarán a un dictador en Israel. (Foto de Odd ANDERSEN / AFP)
Gente laica y religiosa, liberales y conservadores se unen en la calle para aclarar a Netanyahu que no aceptarán a un dictador en Israel. (Foto de Odd ANDERSEN / AFP)

Hace unas semanas, el primer ministro (PM) de Israel, Netanyahu, anunció una reforma del sistema judicial en el nombre de “equilibrar a los otros dos poderes del estado: el Ejecutivo (el gabinete) y el Legislativo”; y supuestamente, porque la Corte Suprema de Justicia (CSJ), alega, tiene un poder excesivo como no la tiene ninguna en el mundo.

El gobierno más ultraderechista de la historia de Israel, una coalición del Likud de Netanyahu, con dos partidos ultraortodoxos y un partido religioso nacionalista – cada uno tiene sus razones para querer debilitar el poder de la CSJ que varias veces ha anulado decisiones votadas en el parlamento por no tener legitimidad o atentar contra derechos humanos-. La coalición de 64 escaños del parlamento de 120 pretende pasar ciertas ordenanzas religiosas y, sobre todo, políticas en favor de asentamientos en Cisjordania, territorio que debería estar controlado por la Autoridad Palestina, según los Acuerdos de Oslo de 1993 y 1995 sin que la CSJ pueda considerar su legalidad.

Netanyahu no tiene problemas con los intereses de sus compañeros de gobierno, pero su interés principal es personal: se juega su libertad, puesto que aún está sometido a tres juicios por corrupción durante gobiernos anteriores, razón por la cual le interesa que el Comité de Selección de Jueces de la CSJ tenga más representantes políticos que expertos jurídicos, como es hoy, y quiere cambiar la proporción de sus miembros para que esa instancia tenga jueces nombrados por sus aliados.

Por todo esto, la sociedad israelí ha tomado las calles de manera masiva, con manifestaciones que han llegado a medio millón de personas, contra lo que ven como el mayor peligro que ha afrontado la democracia israelí y según varios políticos, ex jefes de servicios de inteligencia y ex ministros de la defensa, el mayor peligro para la existencia de Israel.

Gente de derecha e izquierda, laica y religiosa, liberales y conservadores se unen en la calle para aclar a Netanyahu que no aceptarán a un dictador en Israel.