[OPINIÓN] Anthony Laub: “Confianza”. (Foto: iStock)
[OPINIÓN] Anthony Laub: “Confianza”. (Foto: iStock)

Esta es la palabra que define si un país progresa o está condenado. Confianza, implica creer en el obrar correcto de uno mismo (integridad) y del otro. Creer que lo que motiva a una persona es el actuar conforme a las normas sociales de respeto al otro y a lo que les pertenece; creer que uno se hará responsable de sus aciertos y sus yerros.

No es el término democracia lo que define a un país, pues la democracia es una consecuencia lógica de un sistema económico y social previo basado en la confianza; confianza en que la libertad, el respeto a la vida y a la propiedad privada estarán siempre resguardados y por encima de cualquier otro interés.

Tener una constitución, separación de poderes y elecciones, dista mucho de ser un sistema democrático. Una democracia real, solo puede surgir de ese precepto previo que es la confianza, todo lo demás, es un vulgar disfraz.

Las instituciones se crean para cautelar esos derechos naturales. Cualquier entidad, norma o acción que se erija sobre la base de cualquier otra noción, nace con un vicio insalvable, pues solo genera incentivos para buscar escapar de esa situación que vulnera la condición humana y sus derechos esenciales.

Los sistemas policiales y de justicia se crean para sancionar un hecho que ataca la confianza de los demás. Robar, mentir o matar son hechos que vulneran la confianza de la sociedad y de allí la relevancia de tener un sistema judicial alejado de la influencia política y mercenarios, que sea rápido y justo.

Acabo de cancelar unas clases que inicié en los Estados Unidos debido a un imprevisto médico; expliqué, escuetamente, lo ocurrido y, en minutos, me devolvieron lo pagado y no usado, sin más verificación que mi palabra. Eso es confianza, y eso es lo que determina que un país tenga futuro.

Pillos y mentirosos habrá siempre, pero los que no lo somos, tenemos que ser más y generar siempre confianza.

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