(Foto: GEC)
(Foto: GEC)

Corrupción, ineptitud extrema, vínculos con el terrorismo... fueron las características del gobierno del expresidente Pedro Castillo, en alianza con la izquierda “progresista” (Mirtha Vásquez, Sigrid Bazán, Verónika Mendoza). Cualquiera pensaría que eso sería más que suficiente para que toda la izquierda esté sepultada electoralmente durante una década. Pero si la izquierda es inepta gobernando, la derecha es más inepta haciendo política.

En febrero, el 51% consideraba que el Congreso le había dado un golpe de Estado a Castillo. A pesar de que este, en televisión nacional, ordenó cerrar el Parlamento e intervenir los organismos que lo investigaban por corrupción. La derecha tenía para patear un penal sin arquero ni jugadores en el equipo contrario (todos manchados por Castillo). Pero su ego la cegó tanto que terminó metiéndose autogol.

Una de las muchas causas es tener parlamentarios jóvenes e inexpertos, con mucha teoría pero con poca o nula real politik. En el Perú no gana el que más libros de Mises o Hayek ha leído, sino el que está presente en los lugares y momentos adecuados.

La congresista Sigrid Bazán es más “pituca” que la mayoría de congresistas de derecha, pero aun así entiende cómo se hace política. Votó por la vacancia, pero los castillistas la aplauden. Mientras que los parlamentarios de derecha se la pasan hablando de idealismos, Bazán va a asentamientos humanos o lugares afectados por los huaicos.

La derecha fracasó haciendo política. Los congresistas confunden sus labores parlamentarias con las de un think tank. Además, el empresariado es sumamente miedoso y tacaño. En vez de financiar think tanks para promover ideas de libre empresa y mercado, se conforman con esperar a segunda vuelta, reunirse en el Club Nacional y rogar para que el nuevo presidente no haga locuras.