"No importa si ahora la mayoría de los ingleses se arrepiente del Brexit, o si las promesas demagogas de Trump, Castillo o Putin nunca llegaron". (Foto de Timothy A. CLARY / AFP).
"No importa si ahora la mayoría de los ingleses se arrepiente del Brexit, o si las promesas demagogas de Trump, Castillo o Putin nunca llegaron". (Foto de Timothy A. CLARY / AFP).

El teólogo y filósofo Karl Reinhold intentaba vivir bajo el siguiente mantra: “Señor, dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para poder diferenciarlas”.

Su pensamiento se alinea con lo que sugieren los estoicos, no invertir energía en cosas que están fuera de nuestro control. Sin embargo, las redes sociales se encargan de curar nuestras dietas de información en contenido que nos llena de rabia intrascendente, pues nuestra indignación no tiene impacto alguno en esos conceptos amorfos o teorías de conspiración que consumen nuestras mentes.

La clase de político que sabe aprovecharse de esta furia improductiva está en auge, tanto en la derecha como en la izquierda. Así, consumimos narrativas complejas sobre la Unión Europea, el foro de Sao Paulo, la prensa mermelera e incontables agendas globales (la yanqui, la gay, capitalista, comunista, sionista, por mencionar algunas). No importa si ahora la mayoría de los ingleses se arrepiente del Brexit, o si las promesas demagogas de Trump, Castillo o Putin nunca llegaron.

Para estos políticos sale a cuenta capitalizar nuestra rabia, pues es más fácil pelear con enemigos imaginarios y distantes que ofrecer soluciones tangibles para mejorar el día a día de los ciudadanos, que después de la pandemia siguen enfrentándose a la inflación, una creciente inseguridad en las calles y las consecuencias de un clima cada vez más loco e impredecible.

Esto no quiere decir que todas las teorías de conspiración son falsas, cada grupo de poder hace lo posible por defender sus intereses. Pero debemos preguntarnos, a nivel personal, si es sensato e inteligente seguir gastando tanto tiempo y cerebro en asuntos tan lejanos a nuestro ámbito de influencia.

Marco Aurelio, el emperador romano de hace casi 2,000 años, aún es relevante por sus reflexiones. Sobre este tema recomendaba: “Siempre tienes la opción de no opinar al respecto. No hay necesidad de molestar tu alma por cosas que no puedes controlar”.