Enrique Chirinos Soto, mi tío, poeta –como los que a ti te gustan–, te dijo: “Arequipa de mi vida por el sol iluminada y por el cielo bendita, a quien escoltan volcanes y de quien Dios es vigía”. Ahora yo solo te pido que me aceptes por amor, con un favor: estamos en problemas y tú eres la noble luchadora de las causas justas. ¡Danos un beso y bájanos de esta cruz! Recuerda que tienes cielos que no escasean porque allí no llegaron los socialistas. Ten presente que ya lo has hecho antes y que el único caudillo de la memoria de Grau es la Constitución. Danos una mano, encáuzanos una vez más por la senda de la ley y la prosperidad. Te lo pide un arequipeño de corazón, que hincha por ti, tu UNSA y el FBC Melgar con su León del Sur.