[Opinión] Álvaro Henzler: Un encuentro nacional. (Foto: Presidencia)
[Opinión] Álvaro Henzler: Un encuentro nacional. (Foto: Presidencia)

Los días siguen pasando y nuestra frágil democracia, alicaída institucionalidad y golpeada economía se defienden con uñas y dientes frente a ataques permanentes y contrarreformistas de diversas facciones mafiosas, corruptas y organizadas de los tres poderes del Estado. Se han planteado dos tipos de caminos para salir de la crisis.

El primer camino es la salida política. Actores de ambos extremos políticos buscan vacancia, renuncia o constituyente. Ninguna tiene eco suficiente y sus marchas convocadas no generan ningún entusiasmo. No solo no inspiran, sino que tampoco serían efectivas. Ni la vacancia ni una nueva Constitución constituyen una solución a los problemas de fondo.

El segundo tipo de camino es la respuesta ciudadana. Dos ejemplos. Uno, Plataforma Ciudadana, red de 14 organizaciones, que está alertando sobre el desempeño del gobierno en 12 compromisos y 45 indicadores sobre democracia y desarrollo. Dos, el expresidente Sagasti acaba de proponer una propuesta ciudadana para un cambio constitucional que permita el adelanto de elecciones. La movilización ciudadana es poderosa, aunque quizás sea insuficiente o inviable para salir estructuralmente de la crisis.

Además de una salida política y una respuesta ciudadana, es urgente un tercer camino complementario: un movimiento social. Difícil que un líder, agrupación o ley pueda sacarnos solos del abismo. Estamos tan fragmentados que a un sola pieza no le alcanza hacer la chamba sola. Requiere de todos. Un proceso de encuentro entre peruanos diversos para re-imaginar el país, contener la barbarie y re-construir nuestro país desde la acción. Quizás unos 200 peruanos y peruanos, aludiendo a los 200 años que acabamos de cumplir como república. Costeños, serranos y selváticos. Lideres sociales, empresariales, civiles, culturales, sindicales, gremiales, agrícolas. Representantes de iglesias, empresas, asociaciones y colectivos. Antis y pros, progresistas y conservadores, cristianos y ateos. Demócratas jóvenes y sabios. Peruanos.

Un colectivo diverso con la tarea de cambiar la narrativa del país de duelo, división y depresión, de soñar un imaginario distinto a 3, 10 y 30 años, de responder colectiva y valientemente a las injusticias y delitos de los políticos actuales, de canalizar la indignación e inspiración de millones de familias hacia una visión y camino diferente. No un partido político. Una unidad social, donde no se busque la unicidad de ideología, sino la unidad de espíritu. Es tiempo de dejar de reaccionar cada uno por su lado y comenzar a actuar juntos.