[Opinión] Álvaro Henzler: “Cultura política” | “A la política capturada por la ilegalidad, informalidad y mafias, la acompaña una cultura ciudadana pasiva, apática, intolerante, poco dialogante, de trato violento con el rival político”. (Foto: Renato Pajuelo / Andina)
[Opinión] Álvaro Henzler: “Cultura política” | “A la política capturada por la ilegalidad, informalidad y mafias, la acompaña una cultura ciudadana pasiva, apática, intolerante, poco dialogante, de trato violento con el rival político”. (Foto: Renato Pajuelo / Andina)

Apoyo las protestas legítimas de ciudadanos hartos de la corrupción, el abandono y las brechas sociales pendientes. Respeto las protestas pacíficas con demandas sociales o políticas, aunque no las comparta.

Rechazo el vandalismo y a los violentistas que destruyen propiedad pública y privada con fines políticos o criminales. Su agenda radical anárquica no debe tener espacio en nuestra narrativa nacional.

Apoyo a policías y militares que buscan protegernos para traer paz y orden en medio del caos. En el pasado reciente y en estas protestas, sí hay ejemplos de cómo hacer legitima represión sin heridos ni muertos.

Rechazo a quienes usan una evidente fuerza desproporcionada, represión indiscriminada y violan derechos humanos. Su débil preparación e incompetencia no es excusa para que el Estado garantice los derechos de todos.

Apoyo a los escasos políticos, cada día menos, que buscan salidas viables y consensuadas para detener las muertes y encaminar al país hacia algún norte.

Rechazo a aquellos políticos que usan las muertes y aprovechan el caos para sus intereses mercantilistas, ideológicos y personales más opacos. La ciega terquedad de imponer mi posición es vicio de totalitarios, mientras que la empática escucha de lograr consensos viables es virtud de la política.

Me identifico con una amplia mayoría que tiene una lectura similar, donde el diagnóstico es variopinto, lleno de grises, claroscuros y preguntas, apuntando a una solución compleja. No me identifico con los peruanos que reducen el entendimiento de la realidad de manera binaria: todos son terroristas, no hay ninguna protesta legítima, todos los policías son enemigos o no hay ninguna salida, solo una asamblea constituyente. Usar “todo”, “nada”, “ningún” para explicar la realidad de una sociedad refleja una apuesta casi totalitaria, lejana de las buenas prácticas democráticas.

En el último Índice de Democracia de The Economist, nuestro puntaje más bajo (3.13 de 10) es en la categoría “cultura política”, la cual “es crucial para la legitimidad, funcionamiento y sostenibilidad de la democracia”. A la política capturada por la ilegalidad, informalidad y mafias, la acompaña una cultura ciudadana pasiva, apática, intolerante, poco dialogante, de trato violento con el rival político. La tarea pendiente es enorme y de largo aliento. Toca a los escombros institucionales y democráticos del país, liberales y progresistas, unirse con el propósito superior de recuperar la democracia. Dejar de pelearnos por lo mucho que nos divide, pues tiene una importancia relativa menor frente a la amenaza real que tenemos al frente.

TE PUEDE INTERESAR

Cámaras de seguridad Municipalidad de San Miguel