"Las encuestas han revelado que la gran mayoría demanda el adelanto de elecciones", señala Torres en su columna. (Foto: @photo.gec)
"Las encuestas han revelado que la gran mayoría demanda el adelanto de elecciones", señala Torres en su columna. (Foto: @photo.gec)

Una reforma política que podría tener un gran impacto en la estabilidad de la democracia peruana es la reducción del periodo de gobierno. Según la Constitución vigente, es de cinco años. En Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Estados Unidos, entre otros países, es de cuatro años. No siempre fue así. En Chile, por ejemplo, el periodo de gobierno era de seis años hasta 2005, cuando se redujo a cuatro años.

La experiencia reciente en el Perú, donde hemos tenido seis presidentes en los últimos seis años –Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra, Manuel Merino, Francisco Sagasti, Pedro Castillo y Dina Boluarte– sugiere que a nuestro sistema político ya le resulta demasiado esperar cinco años para tener elecciones presidenciales y parlamentarias. De acuerdo a la última encuesta de Ipsos, 57% preferiría tener elecciones generales cada cuatro años vs. 40% que preferiría seguir votando cada cinco años.

Tener elecciones presidenciales cada cuatro años permitiría que la renovación parcial del 50% del Congreso –un tema de creciente consenso entre los especialistas– fuese cada dos años. Con ese plazo, carecería ya de sentido mantener la norma vigente que le permite al presidente disolver el Congreso si no le brinda la confianza a dos gabinetes y dejaría sin piso las demandas de los impacientes para que “cierren el Congreso” en cuanto su imagen se desgasta. Votar cada dos años sería el desfogue natural para las ansias de cambio y renovación que suelen prender en la ciudadanía en cuanto percibe que escogió mal a sus representantes en la última elección.

Reducir el periodo presidencial a cuatro años no eliminaría por completo las demandas de los más radicales por vacancia o renuncia, pero sí podría reducir la presión en la medida en que la renovación parlamentaria por mitades permitiría reajustar la correlación de fuerzas políticas cada dos años y, de esa manera, inducir al presidente de la República a ajustar su gabinete para alinearse mejor con las preferencias de la mayoría.

Si se hace esta reforma, en las próximas elecciones para el Congreso el 50% más votado podría quedarse cuatro años y el 50% menos votado salir a los dos años, por una única vez. Tener las siguientes elecciones parlamentarias dos años después de las elecciones generales tendría la ventaja de permitir que los actuales congresistas se presenten a esa elección, lo que sería inobjetable, a diferencia de si pretenden presentarse a una reelección inmediata en las próximas elecciones generales.

Las encuestas han revelado que la gran mayoría demanda el adelanto de elecciones. En esta encuesta, 52% preferiría que sean en diciembre de 2023 y 40% en abril de 2024. En cualquier caso, se espera que vayamos a elecciones con nuevas reglas. Una de las que cuentan con mayor aceptación (63%) es la propuesta de la Coalición Ciudadana para que las personas condenadas por delitos muy graves estén impedidas de postular. Otras reformas son más complejas de implementar y hay poco tiempo para debatirlas. No es el caso de la reducción del periodo presidencial a cuatro años y la renovación parcial del Congreso cada dos años, que serían sencillas de aplicar y contribuirían de manera significativa a tener una democracia más fluida y con menos sobresaltos de los que hemos padecido en los últimos seis años.

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