La muerte del genocida ha servido para recuperar y recordar los testimonios de la barbarie terrorista, señala el columnista.
La muerte del genocida ha servido para recuperar y recordar los testimonios de la barbarie terrorista, señala el columnista.

Abimael Guzmán responsable de la muerte de 32,000 peruanos (más de 100,000, niños huérfanos) por terrorismo y destrucción de cuantiosa infraestructura pública y privada, fue un psicópata criminal despiadado y cruel, descalificado para cualquier esbozo de perdón, murió sin señales de arrepentimiento. La muerte del genocida ha servido para recuperar y recordar los testimonios de la barbarie terrorista.

Quienes vivimos aquella época nefasta no fuimos capaces de transmitir a las siguientes generaciones el “horror” acontecido. El Estado y la Educación tampoco hicieron su trabajo, de otra manera no se explica cómo jóvenes de hoy no conocían su cara ni sus actos.

Guzmán, mediocre profesor universitario, escondido en las aulas, utilizó su mente enferma para planificar, atentados y matanzas, en mayoría abusiva contra ciudadanos indefensos, además asesinatos selectivos previa tortura y juicio popular arbitrarios. Las víctimas fueron de pueblos lejanos del radar del Estado como Soras, Lucanamarca y también centros urbanos como Tarata. El Ejército nos defendía del sangriento ataque terrorista, actuando en defensa del orden democrático y la población.

Los familiares de las víctimas continúan su duelo, Abimael no descansará en paz. Incinerados sus restos, sin posibilidad de santuarios, su derrota no será plena sino combatimos su ideología con firmeza. Sin ofender con la comparación, la Izquierda se refiere al “pueblo”, al que manipula y engaña para luego matar de hambre; Sendero también hablaba en nombre del pueblo y los asesinaba sin misericordia.

#Terrorismo nunca más, tras lo vivido es inaceptable que miembros de Gabinete tengan vínculos con Sendero Movadef.