“El candidato Pedro Castillo sentenció que a Vladimir Cerrón no lo veríamos ni de portero en su eventual gobierno; sin embargo, el presidente Castillo parece estar sometido a los deseos del mentado personaje, sentenciado, además, por corrupción”. (Foto: GEC/Renzo Salazar)
“El candidato Pedro Castillo sentenció que a Vladimir Cerrón no lo veríamos ni de portero en su eventual gobierno; sin embargo, el presidente Castillo parece estar sometido a los deseos del mentado personaje, sentenciado, además, por corrupción”. (Foto: GEC/Renzo Salazar)

Vivir en democracia no se trata solamente de elegir o ser elegido presidente de la República o congresista cada cinco años. La solemnidad de las instituciones no puede ser mancillada por personajes cuestionados ética y moralmente. Durante el periodo electoral, el candidato Pedro Castillo sentenció que a Vladimir Cerrón no lo veríamos ni de portero en su eventual gobierno; sin embargo, el presidente Castillo parece estar sometido a los deseos del mentado personaje, sentenciado, además, por corrupción.

Mal hace el presidente al presentar un gabinete de corte confrontacional y con personajes cuestionados por la justicia. Dista mucho del candidato que ofrecía moderación y socialismo del siglo XXI.

No hace falta ser Nostradamus para adivinar qué se nos viene en el futuro cercano:

- Un año lleno de conflictos sociales, de pugna entre poderes del Estado en el que los ya politizados Poder Judicial y Fiscalía de la Nación jugarán la parte matonesca de la monumental gresca que se nos avecina.

- Por supuesto que los intereses del pueblo quedarán desatendidos o apenas endulzados con caramelos de populismo barato y destructivo, mientras la inflación mostrará cómo se encarecen los productos de primera necesidad, elevando los niveles de pobreza a pasos agigantados.

- Las clasificadoras de riesgo tomarán nota, con el consecuente castigo, restringiendo el crédito extranjero y encareciendo el crédito nacional.

- Finalmente, vacancia al presidente y vicepresidente, disolución del Congreso, Castillo preso, Cerrón exiliado en Cuba, la corrupción en su máxima expresión y, por si acaso, Keiko también presa.

No es demasiado tarde para cambiar esta terrible predicción. Al presidente Castillo le corresponde gobernar con transparencia y moderación. Que cada decisión sea meditada y que se pregunte si la misma contribuye o no a reducir la pobreza. En su primera semana, claramente los intereses de los más pobres no han estado en su mente. El rol del Congreso es fundamental para mantener la democracia. No debe pisar el palito y abrir las puertas a su disolución por el Poder Ejecutivo al denegar la confianza al gabinete. Basta con abstenerse reiteradamente hasta obtener el consenso con el Ejecutivo.

El Perú no puede vivir en ostracismo como Cuba o Venezuela; tampoco se merece la suerte de Bolivia, donde reina el caos y la corrupción. No debemos retroceder en los indicadores de reducción de la pobreza, control de la inflación y estabilidad monetaria. La riqueza no la crea el Estado sino el empresario con inversión privada, que genera empleo productivo y es motor de la economía.

Den alguna señal para recuperar la confianza.

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