[Opinión] Alfonso Bustamante Canny: No claudicamos a la lucha contra la pobreza

“El presidente Castillo logró ahuyentar el capital que requerimos para generar puestos de trabajo y elevó el tipo de cambio”.
“El presidente Castillo logró ahuyentar el capital que requerimos para generar puestos de trabajo y elevó el tipo de cambio”.

En 1776, Adam Smith escribió su obra prima La riqueza de las naciones, en que postulaba que esta recaía en la capacidad de trabajo disponible en un país, por lo que el Estado debía solamente proveer una estructura ordenada y de algunos bienes y servicios y que el mercado haría el resto.

Hoy entendemos la economía de mercado como un concierto, en que los roles del Estado, del capital y del talento de los trabajadores son partes insustituibles y complementarios entre sí.

Solo se puede reducir la pobreza en una sociedad a través de la retribución al mayor número de ciudadanos por el trabajo realizado y, mientras más preparados estén estos para generar valor, será mayor la compensación. Así, la receta del alivio a la pobreza recae en la creación de más puestos de trabajo y contar con trabajadores calificados para atender esa demanda; los países compiten entre sí por crear, atraer y retener capital y talento. El rol del Estado, entonces, es el de proveer un marco legal predecible y competitivo para los negocios, ser activo promotor del desarrollo con capacidad y honestidad. Debe, además, vigilar que los actores respeten las reglas impuestas. Es decir, el Estado tiene un rol mucho más importante del que Adam Smith avizoraba hace 250 años.

A pesar de la corrupción del aparato estatal peruano y su pésima administración pública en la pasada década (2010-2019), en un entorno de economía de mercado, la pobreza se redujo en 50% hasta llegar en 2019 a niveles cercanos al 20%. Sin embargo, con las inadecuadas políticas del gobierno de Vizcarra durante la pandemia, se elevó el número de pobres en el Perú a 30%.

Ahora, en un corto periodo de gobierno, el presidente Castillo logró ahuyentar el capital que requerimos para generar puestos de trabajo y elevó el tipo de cambio, disparando así la inflación y con ella el costo de vida. O sea, creó más pobres.

Yo cuestiono la buena fe de un comunista. ¿Será cierto que quieren aliviar la pobreza o solo la suya? No existe un país comunista exitoso. Hay en Latinoamérica una falta de liderazgo político con capacidad de gestión, propuestas realistas y el coraje para desmontar el pernicioso aparato administrativo estatal que traba el desarrollo. Tan deteriorado está el campo político que en el balotaje chileno compitieron dos extremistas radicalmente opuestos. Estuvo ausente la moderación y el equilibrio. Hemos llegado a un abandono de la política de las clases llamadas a ser dirigentes.

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