“Estimo que el apoyo de la UE a Ucrania en el conflicto bélico con Rusia se debilitará sustancialmente cuando llegue el invierno, cuando sus gobernantes intenten explicar a los ciudadanos la ausencia de calefacción y electricidad”. EFE/Javier Belver
“Estimo que el apoyo de la UE a Ucrania en el conflicto bélico con Rusia se debilitará sustancialmente cuando llegue el invierno, cuando sus gobernantes intenten explicar a los ciudadanos la ausencia de calefacción y electricidad”. EFE/Javier Belver

Estamos a punto de ser testigos de una situación paradójica en la cual los países más ricos experimentarán un racionamiento energético a tal escala que sus familias pasarán frío este invierno y su sector productivo no podrá operar a plena capacidad.

Esta situación, a la que inevitablemente se dirige la Unión Europea, se debe a malas decisiones de sus gobiernos, quienes apresurando un cambio en la matriz energética, forzaron el despacho de las energías verdes interrumpibles en desmedro de las fuentes convencionales. Sin embargo, el gobierno de Angela Merkel fue más allá y ordenó el cierre de todas las plantas de energía nuclear de su país, las cuales proveían a Alemania de energía confiable, continua y segura, ocasionando que casi toda la Unión Europea se volviera dependiente del gas soviético. Estimo que el apoyo de la UE a Ucrania en el conflicto bélico con Rusia se debilitará sustancialmente cuando llegue el invierno, cuando sus gobernantes intenten explicar a los ciudadanos la ausencia de calefacción y electricidad. Sin duda los más veteranos de la UE rememorarán las crisis derivadas de las grandes guerras, mientras que para los jóvenes será algo inaudito, ya que vivieron toda su vida en la abundancia y bajo el paraguas protector de una economía desarrollada.

Para los peruanos debe ser una advertencia. No se puede jugar con la regulación energética. Tarde o temprano nos pasará la factura. Hasta hace poco tiempo hemos vivido una situación irracional, donde el sistema eléctrico no valoraba el gas natural y le asignaba un valor cero para su despacho eléctrico. Esto no solo constituyó un atentado contra nuestras reservas de gas natural, sino que impidió por casi 20 años el desarrollo de nuevas centrales de generación eficientes. Las excepciones fueron las centrales donde las empresas estatales garantizaron contratos de compra a largo plazo a precios 5 veces más altos que el del mercado spot de los últimos 20 años.

Esta irregular situación sucedió porque un grupo de generadores a gas que controlaba el costo marginal del sistema eléctrico vendía energía a grandes consumidores a un valor muy por debajo de su costo de producción, transfiriendo sus altos costos a las familias peruanas. Esto acabó cuando el Poder Judicial sentenció su ilegalidad. De ahí que no basta con tener organismos reguladores, como lo indica nuestra Constitución, sino que estos deben ser eficientes.

Una vez más, el problema es de gestión pública, no de cambio de modelo ni de Constitución.


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