“Qué fascinante país es nuestro Perú.  Los chachapoyas fueron una civilización milenaria establecida en el ‘Bosque Nublado’ desde el siglo VIII hasta que fueron políticamente anexados al imperio inca por Túpac Yupanqui”. (Foto: Shutterstock)
“Qué fascinante país es nuestro Perú. Los chachapoyas fueron una civilización milenaria establecida en el ‘Bosque Nublado’ desde el siglo VIII hasta que fueron políticamente anexados al imperio inca por Túpac Yupanqui”. (Foto: Shutterstock)

Qué fascinante país es nuestro Perú. Los chachapoyas fueron una civilización milenaria establecida en el ‘Bosque Nublado’ desde el siglo VIII hasta que fueron políticamente anexados al imperio inca por Túpac Yupanqui en la segunda mitad del siglo XV; sin embargo, se sabe que su vigencia se prolongó hasta años después de la llegada de los españoles.

Hace pocos días visité con familia y amigos la región Amazonas, donde, una vez más, quedé maravillado por la belleza de la región y por su enorme potencial de desarrollo económico. Una región separada del mercado por la cordillera de los Andes y unida a él por la carretera IIRSA Norte. Por lo menos hasta el domingo pasado, donde nos cogió el terremoto de 7.6 grados que destruyó una parte de la vía, aislando nuevamente a la región (y a nosotros con ella). Ahí una muestra de la fragilidad de la economía de la selva que, teniendo abundantes recursos, depende de escasos medios de comunicación para conectarse con el mercado.

Desde hace algunos años, la empresa que dirijo identificó un proyecto de inversión agrícola con incorporación de cientos de pequeños agricultores a la cadena agroexportadora en Bagua, el cual lamentablemente no ha visto la luz por falta de interés del Midagri.

Lamento los daños causados a las personas de Amazonas por el violento sismo, algunas de las cuales conocí y quedé admirado por su espíritu emprendedor y vocación de atención al turista. Como Don Elmer Yalta, quien con sus propias manos construyó un acceso a una pequeña quebrada, creando un mirador que nos permitió conocer al esquivo colibrí cola de espátula o cómo los pobladores de Cocachimba, con recursos propios, habilitaban caminos hacia la base de la monumental Catarata de Gocta, sabiendo que están invirtiendo en su futuro como destino turístico. Especial mención a Rocío Florez, regenta de un magnífico hotel sostenible de cinco habitaciones con un privilegiado emplazamiento frente a la famosa catarata, quien nos hizo sentir como en casa y nos acogió con eficiencia hasta que pudimos embarcarnos cuatro días después de la fecha programada.

La ciudadela fortificada de Kuélap es una fortaleza comparable con Machu Picchu, 500 años más antigua y cuyo moderno teleférico facilita el acceso a la fortaleza, asentada sobre una escarpada formación rocosa a 3,000 m.s.n.m. Completan la visita los sarcófagos de Karajía, los mausoleos de Revash y la caverna Quicota, en la cual nos adentramos 500 metros para apreciar sus magníficas formaciones pétreas.

Para amar al Perú hay que conocerlo.