La Unesco está muy cerca de quitarle a Machu Picchu la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad. (Photo by Percy Hurtado / AFP)
La Unesco está muy cerca de quitarle a Machu Picchu la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad. (Photo by Percy Hurtado / AFP)

El Estado nunca se caracterizó por su eficiencia ni agilidad, menos por su probidad. Pero, en los últimos lustros, algo se avanzó. Funcionarios de carrera empezaron a formarse y comenzaron a surgir islas de excelencia. Esto permitió una mejora notable en ciertos servicios.

Lamentablemente, hoy vivimos un desmoronamiento del aparato estatal, que amenaza con llevarnos de regreso a los 80. La degradación de los servicios básicos es absoluta. Retrocedemos en todo y solo una cosa avanza a pasos agigantados: la .

Un par de ejemplos, entre muchos que perjudican al . Cruzar al Perú por la frontera norte demora a un turista cinco horas. Las colas para revisar el carné de vacunación son interminables. Sí, tanto calvario por un requisito que no usa casi ningún país, porque la peligrosidad del COVID ya es baja. Eso no es lo peor. En simultáneo, hay 20 puntos por donde las mafias hacen ingresar gente sin control alguno. Pagan US$1, cruzan en 1 minuto. A vista y paciencia de las autoridades. El Estado castiga a quien ingresa legalmente, quien más gastaría dentro de nuestro país, y al informal le dejan la mesa servida.

Otro caso. En, el MinCul cedió vergonzosamente a las demandas de la población, que quería vender entradas en el mismo pueblo, sin transparencia ni control. Un desmadre completo, donde el turista llega a Machu Picchu pueblo sin saber si conseguirá ticket para ir a la ciudadela. Cero planificación, cero atención al viajero, cero gestión del aforo. Los turistas vienen a conocer el imperio de los Incas y terminan conociendo el imperio de la informalidad. Por cierto, la Unesco está muy cerca de quitarle a Machu Picchu la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

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Eduardo Ponce de Vivanco