Creo que no hay mejor manera periodística de celebrar la Navidad que no olvidar la tragedia que están sufriendo los católicos en Nicaragua bajo la dictadura de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo (apodada “la Bruja” con toda justicia). No soy religioso, el cargo de Papa le quedó inmenso al siempre desacertado Bergoglio y el alto clero peruano actual me parece patético por rojo y mediocre (el melifluo cardenal Barreto me es especialmente repelente), pero no puedo permanecer indiferente frente a un régimen que prohíbe las procesiones y los pesebres navideños, expulsa al nuncio vaticano (que es el embajador de la Santa Sede, por eso las relaciones están suspendidas) y condena a 26 años de cárcel al obispo Álvarez. Encima, acaba de secuestrar a otro obispo (Mora). El mismo Bergoglio ha tildado de “dictadura hitleriana” al sandinismo (¡pobre Augusto César Sandino!, ¡cuántas barbaridades se han hecho en tu nombre!).