Brasil: Lula da Silva aceptó ser ministro, según columnista de O Globo. (EFE)
Brasil: Lula da Silva aceptó ser ministro, según columnista de O Globo. (EFE)

A pocos días del juicio de Lula, las tensiones políticas se incrementan en Brasil. La decisión de los jueces federales afectará la candidatura de Lula, y el Partido de los Trabajadores, PT, ha dejado claro que no está dispuesto a aceptar el fallo judicial, en caso de que sea negativo para su líder.

Para Gleisi Hoffmann, presidenta del PT, quien será juzgado en Porto Alegre no será Lula, sino el pueblo brasileño y la misma democracia, y la condena de Lula significaría una destrucción política que tomaría varias generaciones recuperar.

Para los militantes del PT, Lula no es corrupto, su juicio es ilegal, es una táctica de guerra, una intromisión del Poder Judicial en el proceso electoral que se avecina y, sin Lula como candidato, las elecciones serían fraudulentas.

El Partido de los Trabajadores está caracterizando el juicio como un golpe de Estado “en el peor estilo de los estados de excepción” y está convocando a sus militantes a tomar las calles y a protestar en Porto Alegre, y demás ciudades de Brasil, como la única forma de bloquear la decisión de los jueces.

El juez Carlos Eduardo Flores, presidente del TRF-4, el tribunal federal encargado del juicio al ex mandatario brasileño, ha expresado su preocupación por las amenazas de violencia, en caso de que Lula no sea absuelto. Miembros del TRF-4 han denunciado que están recibiendo amenazas telefónicas y, por seguridad, están retirando a sus familias de la ciudad.

Hace muchas décadas que no ocurren actos masivos de violencia política en Brasil. Si ello sucediera, significaría un cambio radical en la vida política del país y perjudicaría la legitimidad del proceso electoral del nuevo presidente. La responsabilidad política sería del PT.