Luis Inácio ‘Lula’ da Silva estuvo 8 años en el poder. Es investigado por el escándalo Petrobras.
Luis Inácio ‘Lula’ da Silva estuvo 8 años en el poder. Es investigado por el escándalo Petrobras.

El Tribunal Regional Federal de la 4ª Región (TRF-4) ha adelantado el juicio de Lula. El 24 de enero, los jueces decidirán si confirman o no la condena de 9 años y medio aplicada a Lula por el juez Sergio Moro.

En cinco semanas va a ocurrir un desenlace importante. Si el TRF-4 confirma la sentencia, Lula no podrá ser candidato en las próximas elecciones, pues en Brasil los condenados por corrupción no pueden ser candidatos a cargos públicos.

Mientras avanzaba su juicio, Lula se ha dedicado a hacer una campaña política adelantada, y ha sido efectivo en su estrategia. Si las elecciones fueran hoy, Lula podría captar el 35% de las intenciones de voto, y sería el probable ganador en una segunda vuelta.

La semana pasada, el Partido de los Trabajadores (PT) ha amenazado con responder con “rebeldía popular” y “desobediencia civil” si los jueces federales confirman la condena de Lula. Conociendo la práctica del PT de uso de violencia como recurso político, esa amenaza es creíble.

Si el TRF-4 anula la condena de Lula, el país verá a un reconocido corrupto avanzando hacia la presidencia del país, poniendo en cuestión todo lo hecho en la lucha contra la corrupción y la legitimidad misma de la institucionalidad de la república.

Si el TRF-4 confirma la condena a Lula, los militantes del PT van a sentir que su retorno al poder, por la vía electoral, ha sido bloqueado por los jueces federales y sus corrientes más radicales van a asumir a la violencia como su opción.

El PT se imaginaba dueño de un poder eterno y no va a aceptar ser derrotado por la institucionalidad judicial. Es probable que la violencia vuelva a ser parte de la política brasileña.

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