Según una encuesta nacional, la intención de voto de Lula está en aumento, llegando a 35% en primera vuelta y ganando a todos los demás candidatos en segunda vuelta.
Lula está acusado de corrupción en siete juicios y ya tiene una condena de 9 años y medio. El caso está en segunda instancia y en pocos meses deberá emitirse la sentencia. Si se confirma, Lula estará impedido de ser candidato, pero si se le revoca, tendrá grandes posibilidades de regresar al poder.
¿Cómo puede ser que, con todas las pruebas en su contra encontradas por Lava Jato, se mantenga la popularidad de Lula?
El problema está en la percepción generalizada de que toda la clase política brasileña es corrupta. Si todos son corruptos, la corrupción deja de ser un factor distintivo y el discurso pasa a ser el gran diferenciador.
Lula centra su discurso en recordar su gobierno. Según él, en su presidencia la población vivía mejor y estaba mejorando. Ahora que el PT no gobierna, la capacidad de compra de la población se ha deteriorado en 9%. La conclusión lógica del discurso de Lula es votar por él para que regresen los buenos tiempos.
Su discurso es simple y se sustenta en hechos reales. Lo que Lula no cuenta es que él se benefició del boom de las commodities y que Dilma Rousseff destruyó la economía del país.
Brasil vive una contradicción. Mientras el Ministerio Público, la Policía Federal y Lava Jato consolidan su capacidad de lucha contra la corrupción, la manipulación política brinda a Lula la posibilidad de regresar al poder. En medio de múltiples crisis, las opciones de Brasil son todas complejas, pero el regreso de Lula sería una de las peores.