Michel Temer (Reuters)
Michel Temer (Reuters)

La economía brasileña ya inició su recuperación. Es muy lenta, pero ha quedado claro que se ha abierto una fase de crecimiento. Por fin el desorden económico dejado por Dilma ha sido superado.

Sin embargo, el Ibovespa, índice de la bolsa de Sao Paulo, ha sufrido una caída de 2.5% en la última semana. La razón es la incertidumbre sobre la disposición de los diputados federales de aprobar la reforma del sistema de pensiones.

Para que se tenga una idea de la gravedad del problema: el déficit del sistema de pensiones en 2017 será de US$57 mil millones, una cantidad superior a la suma de los presupuestos de Salud y Educación. Ese déficit representa hoy más del 5% del presupuesto total del país, y viene creciendo en los últimos cinco años a una tasa anual de 38%. Si no se corrige este déficit, se puede afirmar con seguridad que las cuentas fiscales de Brasil colapsarán en menos de cinco años.

Este problema no es nuevo, los tres últimos gobiernos lo detectaron, pero se han negado a tomar medidas de corrección. Ahora, el gobierno de Temer ya es consciente de que no tiene tiempo para más dilaciones, y está seriamente abocado a hacerlo.

El problema es que los diputados, pensando en su reelección el próximo año, no quieren asumir el costo político de hacer una reforma impopular. Temer necesita el 60% de los votos para aprobar la reforma y al final de la semana pasada no contaba con ese apoyo.

La situación es compleja pues, si se aprueba la reforma, la disconformidad social puede expresarse en las elecciones, pero si no aprueba, el próximo gobierno va a tener que hacerlo en su primer año de gestión, y va a tener que asumir el costo político que ello implica.