Santiago Pedraglio: Angélica Mendoza, héroe del siglo XX

“¿Dónde estará? ¿Qué han hecho? Más arriba, Jacsaruna se llama, ¡montón de cadáveres, como cuarenta cadáveres, todos sin cabeza! Entonces he llevado fiscal, miserable investigador, para que recogemos: ‘No, ya es tarde, señora, no puede recoger’, así me han atajado. ‘Mañana vengan ustedes —me dicen—. Mañana vamos a recoger’. Cuando amanece, hemos ido: ¡ni resto, no hay! Así está todo Balcón Huaycco, por Infiernillo, por Puracuti, por Pampa de Quinua, más arriba, también he encontrado cadáveres, ¡tanto cadáveres! Pero no lo he encontrado a mi hijo. Por eso me duele”. Este es un fragmento del testimonio de Angélica Mendoza recogido en Conversaciones. Con ojos del siglo XX, publicado en 2014. “Mamá Angélica” murió el 28 de agosto, día de aniversario de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, a los 89 años.

Es de suponer que tres décadas y media de búsqueda de un hijo desaparecido a los 19 años convocarían la solidaridad y el acompañamiento de todos sus compatriotas. No obstante, todavía hay desconfianza –y se busca sembrarla– ante quienes no hacen sino cumplir con el mandato de su corazón, de su sangre. Esto, luego de tanto tiempo e incluso dictada la sentencia que por lo menos confirma que hubo asesinatos y cremaciones en el cuartel Los Cabitos (Ayacucho), donde se sabe que ingresaron al hijo de Mamá Angélica, Arquímedes Ascarza Mendoza.

“No soy solo yo”, solía decir la señora Angélica, refiriéndose especialmente a las otras madres de la organización que fundó, la Asociación de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (Anfasep). “Yo sigo. No se puede callar. Hasta ya cuando yo muera callaría, pero yo estoy viva, no se puede callar”, decía Mamá Angélica. Instituciones del Estado como el LUM y el Ministerio de Educación –vía, por ejemplo, los textos escolares– tienen la responsabilidad de hacer eco de sus palabras y, sobre todo, de su ejemplo.